Instagram no es un psicólogo: los riesgos de autodiagnosticarte un trastorno mental tras leer un post

  • Cada vez es más habitual hablar abiertamente de la salud mental, sobre todo en redes sociales

  • Marina Pinilla, psicóloga, explica que Instagram es un altavoz para la salud mental, pero no una herramienta de diagnóstico

  • ¿Qué hacer si un post en redes sociales te hace sospechar que padeces un problema psicológico? Te damos las claves.

Durante siglos, la salud mental ha estado relegada al ostracismo. No se hablaba de ella y cuando salía a la palestra era de una forma totalmente estereotipada. Sin embargo, en los últimos años se ha comenzado a visibilizar no sólo por parte de personas de a pie, sino también a través de los medios de comunicación, las figuras públicas y el arte en todas sus formas de expresión.

Sí, hablar de salud mental sigue siendo un tabú, pero las nuevas generaciones luchan con cada vez más fuerza para que deje de serlo, y eso ha provocado que en las redes sociales este tema de conversación esté a la orden del día.

Cada vez más influencers visibilizan sus problemas psicológicos y más usuarios se animan a compartir sus testimonios personales, evidenciando que la salud mental es algo que en mayor o menor medida nos atañe a todos. Y aunque esto es algo positivo, también provoca un daño colateral: el autodiagnóstico.

Qué es el autodiagnóstico

Todos lo hemos hecho. Te duele la cabeza, buscas en Google y ¡PUM! Te convences de que tienes una rara enfermedad mortal. Un catarro que se alarga en el tiempo, una tos que parece coronavirus pero que se debe al aire acondicionado del coche, un dolor de pierna que en tu cabeza se asemeja a un trombo. Cualquier síntoma se convierte en una señal de que algo va mal, y como si fuésemos médicos en potencia, nos autodiagnosticamos una enfermedad y, en el peor de los casos, nos automedicamos sin tener ni idea de lo que pasa en realidad en nuestro cuerpo.

El autodiagnóstico no solo es habitual en el terreno de la salud física, sino que cada vez es más habitual en lo que a salud mental se refiere. Esto resulta chocante, ya que hasta hace bien poco tendíamos a minimizar el sufrimiento psicológico autoconvenciéndonos de que la depresión era “una mala racha” y la ansiedad generalizada “un poquito de nervios mal gestionados”.

¿Significa que ahora tener un trastorno mental esté de moda? En absoluto. Significa que somos más conscientes de nuestra salud psicológica y, en consecuencia, queremos cuidarla como se merece. Pero una cosa es cuidarnos y otra muy diferente autodiagnosticarnos a partir de un post de Instagram con el que nos hemos sentido mínimamente identificados.

El riesgo de las etiquetas diagnósticas

Una influencer sube unos stories hablando de su salud mental. Ha empezado a ir al psicólogo porque tenía pensamientos obsesivos, intentaba abarcar muchos proyectos pero no se centraba en ninguno, le costaba dormir, se sentía fatal con su cuerpo y todo le preocupaba. El psicólogo le ha dicho que es ansiedad generalizada. Tú, que sientes exactamente lo mismo que ella ha descrito, piensas lo que parece más obvio: también experimentas ansiedad generalizada.

Lo primero que debes tener en cuenta es que a esa influencer le ha diagnosticado un psicólogo y que para ello ha necesitado muchas horas, mucha información de la persona y muchos conocimientos de psicología. No es cuestión de escuchar una retahíla de síntomas o problemas en el día a día y soltar “hale, pues es ansiedad generalizada” como si acabases de hacer un test de la Superpop.

Lo segundo que debes tener en cuenta es que las etiquetas diagnósticas son subjetivas. Los manuales de referencia que determinan qué es un trastorno mental y cuáles son sus síntomas no son algo divino e irrefutable. Cada varios años, un comité de expertos se reúne para decidir qué incluir en los manuales de psicología y psiquiatría, y estos criterios pueden cambiar.

Esto se puede entender de forma muy sencilla si pensamos en el uso del teléfono o de los videojuegos. Durante años nos han bombardeado con información sobre los riesgos de la tecnología. Sin embargo, en 2020 hasta la propia OMS (Organización Mundial de la Salud) recomendó el uso del móvil y los videojuegos para gestionar la soledad provocada por el confinamiento a raíz del coronavirus. Como vemos, lo que es patológico en el ámbito de la salud mental depende mucho del contexto.

¿Significa eso que las etiquetas diagnósticas no sirven para nada? No. Saber que tienes, por ejemplo, un trastorno depresivo puede ayudarte a sentirte menos perdido, a entender que tus problemas de salud mental tienen una causa y una solución, y a que los expertos puedan dar con una solución adaptada a ti.

Entonces, ¿significa eso que debamos diagnosticar todo? No. El sufrimiento psicológico no se debe patologizar. A veces estamos tristes, a veces tenemos ansiedad, a veces nos costará más dormir y a veces nos estresaremos. Convertir cualquier emoción mínimamente desagradable en un trastorno mental nos hace más vulnerables.

¿Qué hago si sospecho que tengo un problema psicológico?

Ves un post de Instagram relacionado con salud mental y te sientes tremendamente identificado. ¿Ahora qué? ¿Necesitas un psicólogo?

Lo primero que debes preguntarte es si ese problema psicológico es clínicamente significativo. En otras palabras:

  • Te provoca un sufrimiento que no puedes o sabes manejar tú solo.
  • Afecta a otras áreas de tu vida: el trabajo, la pareja, la familia, los amigos, los estudios…

Si la respuesta es sí, es fundamental pedir ayuda profesional. Pero ojo, porque el simple hecho de recibir un diagnóstico no va a solucionar milagrosamente todos tus problemas. Necesitas conocerte mejor, abrirte para que el profesional te pueda entender, seguir sus recomendaciones y decirle claramente lo que no te funciona de la terapia, porque un psicólogo también puede cometer errores.

En último lugar cabría preguntarse hasta qué punto es necesario poner etiquetas a nuestro comportamiento o forma de pensar. Tus rasgos de personalidad, tu forma de lidiar con los problemas o tu manera de relacionarte son únicas, y no necesitas un diagnóstico o una etiqueta para sentir que eres válido.