La cruel venganza del coronavirus con los políticos más negacionistas de la pandemia

  • Trump ha llegado a recomendar la ingesta de lejía

  • Johnson, aconsejado por Dominic Cummings, se negaba a aplicar medidas restrictivas

  • Según Bolsonaro, "los brasileños no se contagian"

Donald Trump acaba de sumarse a la larga lista de dirigentes políticos críticos con la pandemia de coronavirus y que han acabado contagiados por la covid-19. Antes que el mandatario norteamericano, Boris Johnson en el Reino Unido, Jair Bolsonaro en Brasil han reconocido haber enfermado de un virus que ha previamente han despreciado, ninguneado o, incluso, ridiculizado.

Trump ha sido uno de los líderes más incrédulos con los voraces efectos de lo que él siempre ha denominado como el "virus chino", en alusión a su origen en la ciudad de Wuhan. Lo ha utilizado también como arma política contra Pekín y contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que le suspendió la financiación como represalia.

A nivel interno, el presidente no ha dudado en criticar a los alcaldes y gobernadores que en los primeros compases de la pandemia se apresuraron en adoptar restricciones. Trump daba por hecho que el virus en algún momento "desaparecería" y advertía de los efectos económicos que acarrearían los cierres, en un momento precisamente en el que pretendía vender la economía como su gran bandera para la reelección en noviembre.

También ha puesto en cuestión las recomendaciones de higiene y salud pública más básicas, como el uso de mascarilla. Inicialmente descartó completamente su uso, para posteriormente apoyarlo --a finales de julio-- aunque con matices, ya que solo se ha la puesto en actos públicos en contadas ocasiones e incluso esta misma semana se burló de su rival demócrata, Joe Biden, por llevarla todo el tiempo.

"Mucha gente no lleva mascarillas. Hay muchas personas que creen que las mascarillas no son buenas", alegó a mediados de septiembre durante un evento organizado por ABC News.

Tampoco ha guardado las distancias con otras personas --según la Casa Blanca todo su entorno se hacía pruebas frecuentes de coronavirus-- y apenas ha variado sus actos públicos en campaña. Al contrario que Biden, el presidente ha seguido organizando grandes mítines donde era frecuente ver a personas juntas y sin mascarillas.

Especialmente polémico fue el mitin organizado el 13 de septiembre en Las Vegas, por ser bajo techo e incumplir las normas estatales que prohibían la reunión de más de 50 personas en lugares cerrados. "Estoy en el escenario y está muy lejos", justificó entonces en una entrevista y, de hecho, al día siguiente repitió el formato en Arizona.

Trump también habría incumplido las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevencíón de Enfermedades (CDC) este mismo jueves, ya que su asesora Hope Hicks, con la que había mantenido contacto durante días, dio positivo por la mañana y el presidente aún asistió a un evento de recaudación de fondos, según NBC News.

Sin rigor científico

El escaso rigor científico de Trump a la hora de hablar de efectos de la pandemia o de tratamientos para hacerle frente le ha valido no pocos reproches de la comunidad médica. El epidemiólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha ido perdiendo protagonismo público a medida que se han hecho evidentes sus diferencias con las tesis presidenciales.

En mayo, Trump aseguró que estaba tomando hidroxicloroquina, un fármaco contra la malaria, como medida de prevención frente a un posible contagios. Solo un mes después, la agencia del medicamento norteamericana (FDA) retiró la aprobación de emergencia que había dado para este medicamento como tratamiento frente a la COVID-19, al considerar no solo que era ineficaz sino que podía tener efectos secundarios.

También llegó a plantear, en abril, la posibilidad de tratar el coronavirus con luz solar o aplicando una inyección de "desinfectante", para estupor también de asociaciones médicas que se vieron obligadas a recordar a la ciudadanía los riesgos de consumir lejía.

Los brasileños no se contagian

La batalla de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil contra la pandemia de coronavirus comenzó incluso antes de que la enfermedad llegase al continente. Con los primeros casos en Italia, el líder latinoamericana mostró su lado más descreído al asegurar que "la mayoría de las muertes no tiene nada que ver con el coronavirus, nada que ver. Son personas que estaban en una región fría y todos con una media de edad de 80

Su convicción de que era todo mentira le llevó también a considerar a su pueblo, al margen de la pandemia al afirmar en público que "el brasileño tiene que ser estudiado. Él no se contagia. Puede saltar a una alcantarilla, bucear y nunca le pasa nada. Yo creo que hay mucha gente que ya se ha contagiado en Brasil y ya tienen los anticuerpos que ayudan a que no siga proliferando”.

A pesar de haber considerado a la enfermedad que ya ha causado más de un millón de muertos en el mundo como una simple "gripezinha (gripecita), simple resfriado", Bolsonaro acabó reconociendo obligado por los tribunales que había contraído la covid-19.

Fue el pasado 7 de julio cuando se supo que había contraído la infección, "Confieso que creí haberlo contraído hace unos meses atrás, aseguró ante los medios de comunicación

Solo cambió tras contagiarse

Boris Johnson, el díscolo Primer Ministro del Reino Unido fue otro de los dirigentes que se mostró desde un principio bastante escéptico sobre la pandemia y las formas de atajar su extensión. Siguiendo los consejos de su principal asesor, Dominic Cummings, el premier británico se resistió a aplicar normas de estrictas de confinamiento para detener el incesante aumento de contagios en el país.

Una actitud que cambió de forma radical tras conocerse que había contraído el virus SARS-CoV-2 por lo que tuvo que ser hospitalizado.