Dime qué enfermedad tienes y te diré cuál es el clima que mejor te va

Nica Cero 02/05/2016 08:10

La climatoterapia es una disciplina que se encarga de establecer la relación que existe entre el clima de una zona y el tratamiento de enfermedades o dolencias. Se trata de adecuar los elementos que definen el clima de un lugar, como la temperatura, la humedad, la presión atmosférica, las precipitaciones, el viento, la radiación solar o incluso las cargas eléctricas, junto a otras variables como la situación geográfica, la altitud o la proximidad al mar, para tratar de curar las dolencias de un enfermo exponiéndole a las condiciones climáticas más apropiadas en cada caso.

Como decíamos antes, en el mundo clásico ya eran famosas estas terapias. Desde entonces ya se conocían los beneficios que suponía ir al solarium o a las termas. Varios siglos antes de Cristo, Hipócrates, padre de la Medicina, daba gran importancia al papel del ambiente en la salud humana. Una de sus obras se titulaba 'Tratado de los aires, las aguas y los lugares', y describía cómo el clima, el viento o las aguas podían influir en el estado y en la salud de las personas.

Actualmente no existe ninguna duda con respecto a la influencia del medio ambiente sobre el hombre. Los médicos saben cómo los climas pueden ejercer efectos calmantes o tonificantes, estimulantes o depresivos. Esta disciplina es eficaz en dolencias de carácter crónico, aunque, en estos casos, la climatoterapia es más bien un alivio que una curación. Sin embargo, hay otro tipo de enfermedades para los que el clima puede ser determinante en su curación.

Así, distinguimos los climas secos de los húmedos y, por otro lado, los climas de montaña respecto a los de baja altitud y los marítimos. La combinación de todos los grupos nos ofrece muchas variaciones que son beneficiosas para cada caso. En todo caso, estos consejos son a título únicamente orientativo y no deben ser tomados al pie de la letra, sino siempre bajo prescripción médica y en función de cada persona.

Teniendo esto en cuenta, en líneas generales si lo que padecemos es anemia nuestro clima será el de montaña. La anemia supone que nuestro porcentaje de glóbulos rojos en la sangre está por debajo de lo normal, por lo que al trasladarnos a la montaña estimulamos la producción de glóbulos rojos.

Los factores climáticos son determinantes en los casos de enfermedades respiratorias. Para los pacientes con asma, cuya respiración es difícil, no son beneficiosos elementos como la contaminación del aire, el polvo en suspensión o los cambios bruscos de las condiciones meteorológicas. En estos casos, lo mejor es un clima cálido y de baja altitud.

Igual sucede con los pacientes que sufren insuficiencia respiratoria, que experimentan una mejoría en lugares de baja altitud, ya que la presión parcial del oxígeno es mayor a nivel del mar. Esto supone que el aire cuenta con más oxígeno, facilitando la respiración.

En el caso de la bronquitis crónica se empeora con un clima frío y húmedo o cuando aumentan las concentraciones de polvo y contaminantes del aire. Es recomendable acudir a zonas donde el clima sea seco y el aire esté limpio, y resulta beneficiosa la exposición al sol y al calor.

¿Problemas circulatorios?

La misma receta climática se les realiza a los pacientes con tuberculosis pulmonar, para los que más les conviene es un ambiente seco, ventilado y con exposición al sol. Una habitación con una buena ventilación, sin humedad y expuesta al sol supone una notable mejoría para estos pacientes.

Para el reuma (dolor articular) son mejores las zonas cálidas y secas. Además, factores como si los materiales de una zona son arcillosos, por ejemplo, pueden influir en el reuma, al retener la humedad, cosa que pasa menos en suelos permeables.

Mientras, para trastornos circulatorios como las varices o ulceraciones en las piernas por mala circulación, los mejores climas son los fríos o templados, frente a los calurosos.

Por supuesto, para enfermedades de la piel, como la psoriasis, las condiciones climáticas son determinantes. En estos casos, la piel es una barrera menos eficaz contra las infecciones que llegan del exterior, por eso una exposición adecuada y vigilada a los rayos de sol, a nivel del mar o incluso por debajo, tiene unos inmejorables efectos bactericidas y biológicos.

Un clima marítimo cálido con exposición al sol es muy eficaz para combatir el raquitismo. La luz solar es necesaria para que el cuerpo humano sintetice la vitamina D, así el cuerpo absorbe el calcio y el fósforo. A nivel del mar el espesor de la atmósfera es mayor y filtra más cantidad de radiación solar, por lo que la exposición a los rayos de sol, siempre con las debidas precauciones, puede prolongarse durante más tiempo.

Por suerte, en nuestro país existen una gran variedad de microclimas con muchas zonas de costa, de montaña y climas secos en el interior, lo que nos proporciona unas características climáticas muy variables para la mejora y la recuperación de muchas de estas patologías o dolencias.