Cómo leer las confusas etiquetas del agua embotellada (algunas son peores que la del grifo)

eltiempohoy.es 10/11/2018 11:02

Lo que tienen en común todas las aguas embotelladas es sólo eso: que todas están embotelladas. Dentro de este nombre genérico existen diferencias considerables no sólo de precio, también de sabor y de beneficios o perjuicios para la salud que dependen de dos criterios: su origen y su composición.

Tipos de agua por su origen

La primera pregunta es obligada ¿de dónde procede el agua embotellada? La respuesta viene en la etiqueta y hay que diferenciar entre agua mineral natural, agua de manantial y agua potable preparada.

El agua mineral natural es la que procede de aguas subterráneas (bien de manantiales naturales, bien de fuentes perforadas) que se embotella sin ser sometida a ningún tratamiento y que se caracteriza por tener una composición mineral constante. La etiqueta debe especificar que se trata de agua mineral natural.

El agua de manantial es, igual que la anterior, un agua subterránea que aflora a la superficie, ya de manera espontánea o mediante labores humanas, conservando su calidad y pureza. Hasta aquí todo igual, pero se diferencia de la anterior en que no tiene una composición mineral constante.

La tercera categoría es el agua preparada que, según la legislación vigente, puede tener diferentes orígenes: proceder de aguas subterráneas o de la red de abastecimiento (sí, del grifo). En estos casos la legalidad pasa por que en la etiqueta se especifique claramente “agua potable preparada” y “agua de consumo público preparada” respectivamente. Lo que caracteriza a ambas es que, con independencia de su procedencia, deben pasar ciertos tratamientos físicoquímicos que garanticen su potabilidad.

Resumiendo, el agua embotellada puede proceder de un manantial natural, de fuentes perforadas de manera artificial o de la red de abastecimiento. Todas son legales y todas son potables, pero pueden o no contener minerales, ya sea de manera natural o tras pasar por ciertos procesos fisicoquímicos.

Tipos de agua por su composición

En cuanto a la composición, hay que hablar de tres aspectos: el contenido en carbonato cálcico, que diferencia entre las aguas duras o blandas, el contenido en sales minerales y por último el residuo seco, que distingue entre las de mineralización fuerte o débil.

La dureza viene determinada por su contenido en calcio y magnesio y no tiene nada que ver con la calidad del agua, pero sí con el sabor. Se mide en miligramos por litro (o en grados franceses) y según las necesidades de cada persona será necesario elegir entre aguas muy blandas (inferior a 50 mg/l o 5o F), duras (450 mg/l o 45o F) o de dureza elevada (superior a 800 mg/l u 80o F). Esta diferencia es importante porque las aguas muy duras pueden contribuir a crear cálculos.

La concentración de minerales se mide en miligramos por litro y la legislación establece las siguientes categorías: aguas bicarbonatadas, sulfatadas, cloruradas, ferruginosas, sódicas, hiposódicas, cálcicas, flouradas y magnésicas. Aunque debe ser un especialista quien recomiende el tipo de agua envasada indicada en caso de sufrir alguna afección, de lo contrario se podrían empeorar, en general las aguas bicarbonatadas ayudan a prevenir la acidez y las digestiones pesadas, las sulfatadas activan el movimiento intestinal, las cloruradas estimulan la secreción gástrica y biliar, las ferruginosas contribuyen a mantener los niveles de hierro, las sódicas pueden ayudar a eliminar pequeños cálculos, las hiposódicas favorecen la diuresis, las cálcicas ayudan a prevenir la osteoporosis, las fluoradas están indicadas para prevenir la caries y las magnésicas son levemente laxantes y alivian el estrés y la ansiedad.

El residuo seco hace referencia a la cantidad de sales minerales que permanecen tras evaporar un litro de agua a 180 grados, considerándose más depurativas para el riñón las que menor cantidad de residuo seco presentan. Se consideran de mineralización muy débil las que presentan menos de 50 mg/l de residuo seco, baja cuando es inferior o igual a 500 mg/l, media si no supera los 1.500 mg/l y fuerte cuando exceden de los 1.500. Este factor tampoco es indicativo de una mejor o peor calidad del agua, pero puede aportar sabor y limitar sus usos, aunque en España todas las aguas son de mineralización baja.

El envase

Otra de las indicaciones que aparece en la etiqueta del agua embotellada es el tipo de envase, dejando apartadas las de cristal y aunque siempre se recomienda desechar las botellas tras un solo uso, entre los distintos tipos de plástico es posible diferenciar:

PET (Tereftalato de polietileno): son botellas no reutilizables, aunque sí reciclables, que pueden liberar metales pesados y químicos

HDPE (Polietileno de alta densidad): apenas libera químicos y se puede reutilizar y reciclar sin ningún problema

LDPE (Polietileno de baja densidad): es tan seguro como el anterior pero, aunque este tipo de plástico se puede reutilizar, no siempre se puede reciclar.