Los expertos defienden la leche materna como la mejor opción en el desarrollo del bebé

  • Actualmente no se ha conseguido ninguna fórmula infantil que imite al 100 % a la leche materna, aunque la tecnología va haciendo posible acercarse a este objetivo de forma óptima, señala uno de los expertos consultados

El documento 'Lactancia materna en cifras: tasa de inicio y duración de la lactancia en España y en otros países', del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, apunta que “la alimentación con leche materna (LM) probablemente es la intervención sanitaria que, con menos costes económicos, consigue mayores beneficios sobre la salud del individuo”.

Una de las bondades que tiene la alimentación al pecho del bebé es el efecto positivo directo sobre el desarrollo psicomotor, cognitivo y de la conducta del niño o niña. Factores, todos ellos, que están estrechamente relacionados con el estado nutricional de la madre y también con la duración de la lactancia.

¿Y las actuales fórmulas lácteas infantiles realizan la misma labor? Sobre este punto, el artículo Efecto de la nutrición temprana sobre el crecimiento, desarrollo neurocognitivo y conductual en niños sanos durante los primeros años de vida ha estudiado los resultados de una nueva fórmula suplementada con nutrientes funcionales específicos en relación a la lactancia materna y las fórmulas infantiles estándar. La conclusión extraída sugiere que esta nueva fórmula experimental puede provocar efectos positivos similares a la leche materna en el crecimiento, desarrollo neurológico y conductual de los bebés. Sin embargo, estos resultados están condicionados por una serie de factores sociales, entre ellos, el nivel educativo materno.

En opinión de José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), la ingesta de la LM influye de dos maneras en el bebé: la primera, por su composición, ya que contiene nutrientes específicos para el desarrollo neurológico, y la segunda, porque ayuda a establecer el vínculo entre la madre y su hijo: “El bebé despliega todas sus conductas destinadas a tener cerca a su madre: succiona, acaricia el otro pecho, la sigue con la mirada, le sonría, la llama o llora y se desespera si ésta desaparece de su entorno. Todo son conductas de apego, respondidas con la atención materna”.

Una de las características de la leche materna es su estructura compleja y organizada: emulsión de grasa en agua, disolución coloidal de proteínas y disolución verdadera del principal azúcar de la leche, lactosa. Estos componentes se encuentran relacionados entre sí y, según su proporción cuantitativa y cualitativa, determinan el equilibrio o bien la desestabilización de la leche. Esta composición varía incluso durante la misma toma.

José María García Galdeano, farmacéutico, dietista-nutricionista, tecnólogo de alimentos y vocal de Alimentación y Nutrición del Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Málaga y colaborador Honorario del Departamento de Farmacología y Pediatría, explica que, “al inicio, la leche materna es más rica en hidratos de carbono y agua, con el fin de cubrir la sensación de sed; y al final, predomina el contenido lipídico para cubrir la sensación de saciedad”. Esta variación a lo largo del tiempo en la toma de la leche materna hace de ella, a juicio de María Cristina Rodríguez Alconada del Colegio Profesional de Dietistas Nutricionistas de Madrid (CODINMA), “un alimento vivo, que va cambiando y se va adaptando. Es cierto que las leches artificiales actuales son muy completas, pero hay una parte que no van a poder sustituir y es esta variación en la composición, incluso dentro de la misma toma”.

Las 'fases' y la composición de la leche materna

El farmacéutico explica cómo varía la composición de los nutrientes de la leche al pecho: “En los primeros días, la leche inicial, denominada calostro, posee un color amarillento por la presencia de carotenos; esto hace que el niño pierda peso al inicio, y se segrega en muy pequeña cantidad en los primeros días del postparto. Su composición difiere de la leche definitiva, que es más rica en proteínas, inmunoglobulinas, lactoferrina, elementos traza, sodio, potasio, cloruros y vitamina A. Posteriormente, está la leche de transición: aparece entre los días 4 y 15 del puerperio y su composición es intermedia entre el calostro y la leche madura. Y, finalmente, la leche madura que aparece a las dos semanas del parto, aportando nutrientes en calidad y cantidad apropiada para un normal desarrollo del bebé”.

El vocal de Alimentación y Nutrición del Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Málaga explica la composición de la leche materna aporta al bebé. La leche materna aporta: “Energía, entre 530-580 kcal distribuidas en un 55 % de lípidos, 35-40 % de hidratos de carbono y 5-6 % de proteínas; hidratos de carbono con la lactosa, que favorecen el desarrollo de la microbiota lactobacilar cuya digestión produce heces ácidas y oligosacáridos, constituyen un 10% y favorece una microbiota rica en bifidobacterias; grasa, cuya composición se modifica durante el día y es absorbida en un 95% frente al 85% de la lecha de vaca, ayudando a que la digestión se realice con rapidez; proteínas, con aminoácidos esenciales; hierro, en baja proporción; e inmunoglobulinas y otros nutrientes, la más abundante la Ig A, un anticuerpo eficaz frente a patógenos. Además de Vitamina B, ácido fólico y zinc”.

La leche materna contiene ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI-CL) de las series ω-3: Ácido α-linolénico (ALA), ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA); y serie ω-6: Ácido araquidónico (AA), según enumera García Galdeano. Dentro de estos ácidos hay dos que, en opinión de María Cristina Rodríguez Alconada, destacan sobremanera en el desarrollo del crecimiento y del cerebro, el AA y DHA. Esta dietista-nutricionista, apoyándose en estudios científicos, apunta que su papel relevante está en que “las neuronas están recubiertas por una estructura denominada vaina de mielina, donde se sitúa la mielina, sustancia formada en un 40% de grasa (aproximadamente), de la que una gran cantidad es grasa poliinsaturada. La función de esta mielina es favorecer la conducción del impulso nervioso y, por lo tanto, favorecer las conexiones interneuronales, mejorando así el desarrollo del cerebro. Incluso en algún estudio clínico se ha demostrado que aquellos bebes alimentados exclusivamente con leche materna poseían un coeficiente intelectual de hasta dos puntos mayor que aquellos que no habían estado alimentados con leche materna exclusiva”. Junto a estos beneficios de la LM también estarían, según Rodríguez Alconada, “mayor control de la regulación de la ingesta, así como un menor riesgo para el desarrollo de la obesidad y diabetes tipo 2 en la edad adulta”.

Las fórmulas lácteas infantiles

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y acompañada de una alimentación complementaria adecuada hasta los dos años o más. Pero en ocasiones, la madre no puede amamantar al bebé. En estos casos se utilizan fórmulas infantiles que reproducen la composición de la leche materna. El conocimiento de la leche materna y los avances tecnológicos han permitido, en opinión de José Manuel Moreno Villares, “incorporar a las fórmulas infantiles nutrientes específicos directamente relacionados con el desarrollo de la inmunidad y defensa frente a las infecciones, pero también al desarrollo neurológico y a la agudeza visual”. Pero también existen otros factores ambientales, en su opinión, sobre todo el nivel educativo de las madres o su estado socioeconómico, “que son clave para obtener mejores resultados de salud”.

Sin embargo, pese al esfuerzo por acercar la composición de las fórmulas lácteas infantiles a la leche materna, José María Galdeano resalta que “actualmente no se ha conseguido ninguna fórmula infantil que imite al 100 % a la leche materna, aunque la tecnología va haciendo posible acercarse a este objetivo de forma óptima”.

El Reglamento (UE) 127/2016 estipula que todos los preparados para lactantes y de continuación deben de contener la cantidad de 20-50 mg DHA/100 kcal; sin embargo, ningún requerimiento mínimo de AA ha sido definido para la suplementación de los preparados infantiles. Por eso, continúa José María García Galdeano, “la leche materna representa la única fuente exógena de AGPI-CL para el recién nacido durante los primeros meses de vida”. En Europa, desde hace varios años, y a causa de las recomendaciones de varios organismos internacionales, varias fórmulas para lactantes -sobre todo las dirigidas a los recién nacidos prematuros- contienen AGPI-CL en cantidades similares a las de la leche humana. “Estos AGPI-CL proceden de fuentes tales como fosfolípidos de huevo, triglicéridos purificados de pescado, algunos hongos y algas cianofíceas” agrega este farmacéutico.