La música también duele

  • El 54,8% de los estudiantes de música menores de 20 años han tenido dolor ligado a la práctica de su instrumento, según un estudio

  • La actividad profesional de los músicos en la que entran en juego una gran variedad de músculos y articulaciones con una importante carga de trabajo, gestos repetitivos y normalmente de forma asimétrica, implica un gran requerimiento del sistema musculoesquelético

En septiembre de 1877, Nietzsche, el autor del libro 'Así habló Zaratustra', escribió a su amigo y confesor Peter Gast: “La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio”. Pero, además, la música supone para aquellas personas que se dedican a ella un gran desgaste, porque la manipulación de la mayoría de los instrumentos musicales requiere de una gran exigencia física. Un musico profesional puede realizar más de 70 movimientos con ambas manos por segundo, practica alrededor de seis u ocho horas diarias, además de los conciertos que ofrezca. Este esfuerzo reiterado en el tiempo hace que la estructura musculoesquelética de estos profesionales sufra lesiones ocasionales o permanentes relacionadas con las intensas horas de entrenamiento, movimientos bruscos, complejos y repetitivos o posturas incorrectas o inadecuadas provocadas en la ejecución del instrumento. Un conjunto de factores que provocan daños a nivel del músculo, tendones y articulaciones del intérprete.

Para profundizar más en la relación que existe entre práctica musical y el desarrollo de patologías musculoesqueléticas, Paco Cholbi Llobell, médico rehabilitador del Hospital General Universitario de Alicante y profesor superior de Piano, ha participado, junto con V. Marimón Hoyos y J.M. Climent Barberá, en el artículo 'Dolor musculoesquelético ligado a la interpretación musical en la Comunidad Valenciana'. El estudio se ha llevado a cabo con estudiantes de música que cursan Grado Medio o Superior de conservatorios de la Comunidad Valenciana. Una región con una gran tradición musical. Los datos que ha ofrecido esta investigación muestran que el 68% de encuestados declaraba haber desarrollado en algún momento molestias o dolor ligado a la interpretación musical. El grupo instrumental más afectado por el dolor fue la cuerda (76,4%), con un porcentaje muy similar a los instrumentistas de tecla (75,7%) y seguidos por instrumentos de viento como el clarinete (62%). Señala Cholbi Llobell que “el estudio se ha centrado en los estudiantes de música de Grado Medio y Superior para detectar el problema de dolor desde la época de formación y así poder desarrollar estrategias de prevención. Pero, por supuesto, el dolor o lesiones asociadas a la práctica del instrumento es la principal causa de baja laboral en los músicos profesionales”. Entre las causas que originan el dolor, continúa el documento, la más frecuente es el aumento del número de horas de ensayo, seguida de la preparación de conciertos y los exámenes.

Según este profesor superior de Piano, entre los síntomas principales “están las tensiones musculares, contracturas o fatiga. También es interesante ver la localización del dolor según el instrumento. Los instrumentistas de cuerda localizaron el dolor en la parte proximal del miembro superior izquierdo, los de tecla en la región lumbar y dorsal y región de trapecios, y cervical en el caso de los instrumentistas de viento”. Además, prosigue este médico rehabilitador, “un 54,8% de los estudiantes menores de 20 años contestaron afirmativamente a la pregunta de si habían tenido dolor ligado a la interpretación musical. Son factores de riesgo reconocidos el menor número de horas de ensayo, la juventud, el género femenino y los cursos menos elevados”.

La prevalencia de los trastornos músculo-esqueléticos (TME) en los músicos va del 32% al 87%. Esta gran variabilidad depende del tipo de instrumento tocado. El doctor Diego García Germán, traumatólogo y especialista en cirugía artroscópica del Hospital Universitario HM Torrelodones, apunta que es importante la técnica que desarrolla el profesional evitando malas posturas a la hora de tocar el instrumento, un adecuado calentamiento y la realización de estiramientos posteriores como en otras actividades de importante demanda física. Explica este traumatólogo que “en aquellos instrumentos donde se realiza una flexión mantenida de la muñeca es frecuente la aparición del Síndrome del Túnel del Carpo, una compresión del Nervio Mediano que da lugar a pérdida de sensibilidad y fuerza en la mano afectada y que en ocasiones puede necesitar un tratamiento quirúrgico. En los instrumentos de viento metálicos pueden ocurrir alteraciones en el músculo orbicular de la boca”.

Los síntomas asociados a la práctica de un instrumento se desarrollan de igual manera en hombres que en mujeres. Sin embargo, hay una excepción, la distonía focal ocupacional, predominante en hombres. Esta patología se define como una contracción sostenida e involuntaria de músculos agonistas y antagonistas, que puede causar torsión, movimientos involuntarios repetitivos y posturas anormales. Los músicos son una población expuesta a este tipo de distonías por los requerimientos propios del aprendizaje musical (entrenamiento prolongado de ejercicios que involucran un control motor fino). Afecta fundamentalmente al hombre (81%), a pianistas, violinistas y guitarristas, y más a los solistas. Es de aparición gradual y con cierta frecuencia, pueden existir antecedentes de lesiones musculoesqueléticas que anteceden la aparición de los síntomas. El doctor Diego García Germán sostiene que “se presenta como descontrol de los movimientos manuales durante la ejecución (40,7%), enlentecimiento digital (37,2%), tensión o rigidez en mano o antebrazo (9,3%), debilidad de la mano (7%), temblor digital (2,3%) o dolor (2,3%)”. Además, este experto comenta que, pese a que las bases fisiopatológicas de la distonía focal del músico aún no se conocen del todo, “se han podido objetivar algunas alteraciones en el procesamiento sensorial, alteración de circuitos inhibitorios espinales, así como alteraciones en la integración sensoriomotora”. El manejo y tratamiento de la distonía focal ocupacional pasa necesariamente por “un enfoque multidisciplinar incluyendo la participación de un neurólogo y un fisioterapeuta, además de un abordaje psicoterapéutico en muchas ocasiones. La terapia farmacológica con algunos fármacos que pueden mejorar la función, el uso de toxina botulínica para disminuir la contractibilidad muscular, así como técnicas de reentrenamiento, apoyo emocional y ocupacional entre otras”, agrega el especialista en cirugía artroscópica del Hospital Universitario HM Torrelodones.

El empleo, durante la actividad profesional de los músicos, de una gran variedad de músculos y articulaciones con una importante carga de trabajo, gestos muy específicos que se reproducen de forma repetitiva y normalmente de forma asimétrica (es decir, la forma en la que trabajan los músculos de una zona del cuerpo es distinta a la del lado contralateral) implica un gran requerimiento del sistema musculoesquelético, dependiendo del instrumento que se maneja. Fernando Ramos, presidente Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), explica que “el tratamiento, siempre dependiendo del tipo de lesión, va a centrarse en la realización de ejercicios de mejora del control postural, el trabajo de flexibilidad, fuerza y resistencia muscular”. La consulta regular de un fisioterapeuta permite la identificación y gestión temprana de dolencias relacionadas con la práctica y brinda la oportunidad al músico de iniciar programas preventivos para evitar la progresión de las lesiones. “El fisioterapeuta examina al músico con su instrumento, tratando de detectar patrones de movimiento alterados o susceptibles de ser modificados para minimizar la carga sobre determinas regiones corporales. Además, explorará los rangos de movimiento y los niveles de fuerza tanto de musculatura periférica como la de aquella que tiene que realizar una función de sostén, aspecto fundamental para evitar lesiones”, mantiene Fernando Ramos.

La afectación musculoesquelética depende directamente del instrumento que se utiliza. Pero de forma genérica, explica el presidente de la AEF, “los trastornos relacionados con la columna cervical, con manifestaciones en forma de hormigueos y alteración de la sensibilidad o fuerza en las extremidades superiores, acostumbran a presentarse de forma frecuente, no existiendo una relación con los años de profesión, edad o sexo. En este sentido, los síndromes por atrapamiento nervioso son un motivo recurrente de dolor en los músicos, independientemente del instrumento empleado”. La inflamación de estructuras como los tendones, derivada de movimientos digitales rápidos y mantenidos en el tiempo, son lesiones que se presentan de forma frecuente en la región de la muñeca y mano, adicionalmente a cuadros como artrosis, que impacta significativamente en estas regiones. Y, por último, dolencias de la región dorsal y lumbar acompañan a los trastornos dolorosos de las extremidades superiores”.

Fernando Ramos aconseja acudir al fisioterapeuta ante la primera señal de alarma, que normalmente se expresa con dolor. “El fisioterapeuta se encargará de identificar aquellos factores intrínsecos -tono muscular, flexibilidad, fuerza- o extrínsecos -coordinación del gesto, postura adoptada, duración e intensidad de la práctica- con el objetivo de establecer una serie de recomendaciones individualizadas a cada caso”. Además, prosigue este experto, “será necesario actuar mediante técnicas manuales e instrumentales sobre las estructuras que precisen intervenciones específicas. Será especialmente importante la educación en ergonomía del gesto y la realización de un programa de ejercicio físico terapéutico para actuar sobre las disfunciones presentes”. En esta línea, concluye el presidente de la AEF, “mantener un estilo de vida activo con especial vigilancia a la alimentación, el descanso y la gestión del estrés se presentan como pilares fundamentales sobre los que se apoya un adecuado abordaje de los dolores musculoesqueléticos relacionados con la práctica de un instrumento”.