Nía nació el pasado 11 de marzo en un hospital de Cataluña. Con un kilo ochocientos gramos de peso esta pequeña tuvo que enfrentarse durante su primera semana de vida al virus de la COVID-19. Al igual que a su madre Jénnifer, los médicos le detectaron la terrible enfermedad.
Los médicos desconocen por el momento quién fue la primera en contagiarse y pasar el SARS-CoV2. Tras las pruebas, la pequeña Nía estuvo dos semanas en el hospital aislada en una habitación junto a su padre, que cuenta que le hacía de enfermero porque los sanitarios entraban lo justo y necesario.
Mientras, la madre estaba aislada en otra habitación intentando sobrevivir a la pandemia y sin poder ver ni abrazar a su hija. Ahora ya están todos en casa, ella con algunos kilos de más y las dos sin rastro del virus en su sangre. Una aventura que aseguran, le explicarán a Nía cuando sea más mayor.