El proyecto K-anary frente al coronavirus: utilizar el olfato de los perros para detectar personas contagiadas

  • "Cada perro puede oler a unas 250 personas a la hora"

  • Para el proyecto se necesitan muestras de COVID-19

  • Los impulsores del proyecto buscan financiación

Varios estudios han demostrado que los perros pueden ser detectores más rápidos y precisos de SARS-CoV-2, y por ello han surgido diferentes proyectos para tratar de adiestrar a estos animales y convertirlos en rastreadores de coronavirus.

Uno de esos proyectos se está desarrollando en España, denominado con el nombre Proyecto K-anary, que se basa en el potente olfato de los perros para detectar personas con COVID. Los miembros de este plan tienen varios perros que servirían para eso, pero que aún no están adiestrados para ello.

Para poder adiestrar a los animales orientados a la detección de coronavirus se necesita una muestra de COVID-19 para que los animales puedan aprender a detectarla, y para ello es necesaria la colaboración de la Consejería de Salud de la Generalitat.

Uno de los perros de este proyecto es 'Sumi', un labrador cuyo nombre en japonés significa 'único' y cuyos adiestradores aseguran que podría ser un gran especialista en detectar coronavirus si se entrenara para ello.

Los impulsores del proyecto buscan financiación ante una oportunidad que creen que podría ser muy benficiaria para todos. Josep Peris, miembro de este plan, asegura que "cada perro puede oler a unas 250 personas a la hora para saber si están libre de covid".

Además, "el olfato de los perros es 50 veces mayor que el nuestro", y para poder adiestrarlos se tiene que contar con muestras de coronavirus. Con ellas, podrían detectar positivos en aeropuertos, estaciones, hoteles, fábricas...una idea que solo necesita inversión para poder llevarse a cabo.

Fallece el primer perro diagnosticado con el COVID-19 en EEUU

Un pastor alemán, el primer perro diagnosticado con el COVID-19 en Estados Unidos, falleció a mediados de julio en Nueva York y sus dueños lamentan que no se haya dedicado aún tiempo para investigar los efectos del virus en los animales, informan este jueves medios locales.

Buddy, a quien le encantaban los largos paseos y nadar, comenzó a tener problemas respiratorios a mediados de abril, mes en que cumplió siete años, de acuerdo con sus propietarios, la familia Mahoney, de acuerdo con un artículo de la revista National Geographic que destaca la prensa local.

Para esa fecha, su dueño, que había estado lidiando con los síntomas del virus durante semanas, también arrojó positivo al COVID-19 mientras que Buddy desarrolló una mucosidad espesa en su nariz y comenzó a respirar forzadamente.

La familia Mahoney recordó que fue muy difícil encontrar un veterinario que le hiciera la prueba del virus a su mascota, lo que tomó un mes mientras la salud del can continuaba deteriorándose. Había perdido peso y estaba letárgico.

El perro fue tratado con antibióticos y luego esteroides al desarrollar un murmullo en su corazón. Finalmente hallaron una clínica veterinaria que aceptó realizar la prueba al pastor alemán, que arrojó positiva.

Otra prueba del virus, realizada cinco días más tarde, mostró que Buddy ya no tenía el virus en su sistema y había desarrollado anticuerpos, confirmando que sí tuvo COVID-19, pero su condición continuó empeorando y tenía problemas para caminar. El pasado 11 de julio, tras comenzar a vomitar sangre, su familia optó por la eutanasia.