El 80 % de las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse

  • El riesgo cardiovascular mide la probabilidad de sufrir una enfermedad de este tipo, en función de ciertos factores de riesgo

  • La mayoría de las dolencias cardiovasculares pueden evitarse con hábitos sanos, como hacer deporte, llevar una dieta equilibrada o dejar de fumar

Las enfermedades cardiovasculares constituyen uno de los grandes riesgos para la salud de los españoles: alrededor del 30% del total de las muertes que se producen en nuestro país están causadas por este tipo de dolencias, siendo la mas frecuente el infarto de miocardio, según asegura la Fundación Española del Corazón (FEC).

Sin embargo, el 80 % de las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse gracias a gestos como mantener una dieta saludable, mantener actividad física, evitar el consumo de alcohol y tabaco, dormir… Este último supone la segunda causa de este tipo de enfermedad, después de la hipertensión. ¿Cómo funciona la prevención del riesgo cardiovascular

¿Qué es el riesgo cardiovascular?

Las enfermedades cardiovasculares son aquellas que afectan a las arterias del corazón y del resto del organismo, principalmente el cerebro, los riñones y los miembros inferiores. Las más importantes son el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular (trombosis, embolia y hemorragia cerebral). Se trata de enfermedades muy graves, siendo la principal causa de muerte en muchos países desarrollados.

Por eso es tan importante conocer el concepto de riesgo cardiovascular y sus variables. Éste consiste en la probabilidad que tiene un individuo de sufrir una de estas enfermedades dentro de un determinado plazo de tiempo, algo que va a depender del número de factores de riesgo que se encuentren presentes en un individuo.

Así, los factores de riesgo se clasifican en dos grandes grupos:

  • Factores modificables: Aquellos en los que podemos intervenir para evitarlos. Principalmente, se trata de la hipertensión arterial, el colesterol, el síndrome metabólico y diabetes, el sobrepeso y la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, el abuso del alcohol, la ansiedad y el estrés.
  • Factores no modificables: Aquellos en los que no podemos intervenir, como la edad, el sexo, la raza o los antecedentes familiares.

Normalmente la hipertensión arterial, el colesterol, el síndrome metabólico, la diabetes y el sobrepeso u obesidad van frecuentemente asociados y, junto con el tabaquismo, son los factores de riesgo modificables más importantes sobre los que puede actuar un individuo para reducir su riesgo cardiovascular.

Además, el hecho de que coincidan en una misma persona varios factores de riesgo -aunque sea de forma mínima- provoca, en general, que el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular crezca de forma exponencial.

¿Cómo se puede prevenir el riesgo cardiovascular?

Desde la Consejería de Salud de La Rioja nos llegan algunos consejos para prevenir el riesgo cardiovascular, partiendo de la idea de que la prevención “debe ir orientada a una mejor calidad de vida, interviniendo en aquellos factores de riesgo fácilmente evitables o controlables como son el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso, el control del colesterol, y el control de la presión arterial”.

Evita el sedentarismo

Es recomendable hacer ejercicio cada día e incluirlo en nuestra rutina diaria, adaptándonos a nuestra condición física y edad. Como mínimo, es aconsejable practicar algún tipo de ejercicio o deporte 3-4 veces a la semana. Eso sí, si comienzas de cero, mejor hazlo de forma paulatina y sin grandes esfuerzos, pero tampoco dejes de retarte a mejorar poco a poco y a aumentar el número de jornadas en las que practiques deporte. Una vez alcanzado un ritmo y un hábito, lo ideal son sesiones de ejercicio de 40 minutos al día.

Lo mejor para no desesperar es probar distintas actividades hasta que des con las que más te satisfaga. Son válidas actividades sencillas como caminar a paso ligero, correr, usar la bicicleta o la cinta estáticas, subir y bajar escaleras, etc.

Dejar de fumar

No es fácil dejar el tabaco, pero tampoco imposible, y para hacerlo, lo principal es estar convencido de que es lo que más te conviene si quieres tener una larga y saludable vida. Existen muchos consejos posibles pero la realidad es que cada cuál debe encontrar la fórmula que mejor le funcione: evitar ciertos entornos en un primer momento para no caer en la tentación, suplir el tabaco por algún tipo de ‘placebo' que nos ayude a reducir la ansiedad… Lo principal es, sin embargo, estar plenamente convencido, de modo que podamos recurrir a esa certeza cuando sintamos que las fuerzas flaquean. El deporte es también un gran aliado en estos casos: te ayudará a sentirte mejor.

Controla tu colesterol

Para reducir tu colesterol (o mantenerlo a raya) lo mejor es cuidar tu alimentación y hacer ejercicio físico. Evita las grasas saturadas, presentes especialmente en los alimentos de origen animal, y los ácidos trans, presentes en comidas rápidas y margarinas. Consulta el etiquetado de lo productos que compres y aumenta la ingesta de alimentos saludables.

Controla tu peso

El sobrepeso o la obesidad son factores de riesgo claros en cuanto a enfermedades cardiovasculares, por lo que debes hacer lo posible por mantenerte en tu peso ideal, y ello va unido a los consejos anteriores: haz deporte, come sano, evita el tabaco (y el alcohol)… Te sentirás mucho mejor y mejorará tu estado físico y mental. Además, previniendo la obesidad, estamos también previniendo la hipercolesterolemia, la HTA y la diabetes.

Hoy en día es fácil para todos identificar los alimentos que debemos evitar: fritos, rebozados, tempuras, bollería, salsas, bebidas carbonatadas y con azúcar… Además, realiza comidas poco copiosas y repártelas durante el día (es preferible hacer 5 ingestas moderadas que 3 atracones).

Controla tu tensión arterial

Algunos factores, como el consumo de sal, influyen en nuestra sesión arterial. En general, los productos precocinados y los embutidos contienen gran cantidad de ella, y también podemos reducir su uso mientras cocinemos nosotros mismos. Aumentar el consumo de frutas y verduras también no ayudará a reducir una tensión elevada, así como evitar la cafeína, el alcohol y, por supuesto, el tabaco. No olvides que el sobrepeso provoca una tensión más elevada: si te mantienes en tu peso, tu tensión se reducirá también.

Por último, reduce tu estrés acudiendo a las técnicas que mejor te funcionen: relajación, yoga, meditación… Introduce actividades en tu rutina que te ayuden a bajar el ritmo y a desconectar tu mente, aunque sea por unos minutos. El efecto no solo es beneficioso sino necesario.