La "endogamia social" de los universitarios: dos de cada tres se casan entre ellos

  • El 62% de los españoles con estudios universitarios se casan con parejas con el mismo nivel académico

  • En Estados Unidos, el 81% de los cabeza de familia con un título universitario su pareja es también diplomada o licenciada

  • La tendencia todavía es mayor entre aquellos cuyos padres también han ido a la Universidad en comparación con aquellas parejas universitarias de primera generación.

Las personas que han pasado por la Universidad tienden a casarse con gente de su mismo nivel académico. Puede parecer obvio, pero las cifras lo constatan. De los 4,2 millones de personas casadas en España que cuenta con una diplomatura o licenciatura terminada, 2,6 millones están emparejadas, civil o por la Iglesia, con alguien con el mismo nivel de estudios, es decir, el 62%, según los últimos datos de la Encuesta Continua de Hogares (muestra conjunta de los años 2019 y 2020) facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a NIUS.  

El total de parejas casadas en España es de 9,5 millones (19 millones de personas). De ellas:

  • En 6,5 millones de parejas, ningún cónyuge es universitario (en total, 13 millones de personas sin estudios universitarios).
  • En 1,6 millones de matrimonios, uno de los dos es universitario (es decir, 1,6 millones de personas con título universitario).
  • En 1,3 millones de parejas, ambos lo son (2,6 millones de personas con titulación).  

Y todo esto sucede en una población donde mayoritariamente la gente no tiene estudios universitarios -solo el 37% de la población entre 25 y 65 años son diplomados o licenciados-. Es decir, los universitarios se casan con alguien de su mismo nivel académico a pesar de que tienen menos posibilidades de encontrar por azar una pareja con estudios universitarios que sin ellos.

"Existe una especie de endogamia social. Los estratos sociales son como compartimentos estancos y cuando una persona busca una pareja, está buscando a alguien que le dé cierta seguridad, pero también elementos que comparta con ella para tratar ciertos temas y para ello se requiere similitudes en cuanto al conocimiento de base: para discutir de política o de temas del día a día", explica Mauro Mediavilla, profesor de Economía aplicada en la Universidad de Valencia y experto en evaluación de políticas educativas. "Los entornos de relación se marcan en muchos casos por el nivel educativo, pero lo que hay de base no es el nivel educativo en sí, sino que lo relevante es el entorno socieconómico que a uno le hace compatible con otra persona", añade.

En Estados Unidos se repite el esquema

Esto no ocurre solo en España. Un reciente estudio publicado por el centro de investigaciones estadounidense Pew Research Center asegura que los graduados universitarios en Estados Unidos tienden a casarse o formar pareja también con otros graduados universitarios. En 2019, el 81% de los que eran cabeza de familia con un título universitario tenían una pareja también diplomada o licenciada. 

Quizás lo más significativo es que la tendencia todavía es mayor (el 86%) entre aquellos cuyos padres también habían ido a la Universidad en comparación con el 73% de aquellos cabezas de familias universitarios de primera generación.

Según el análisis de Pew Research Center, todo esto se debe en parte al tipo de colegio y universidad donde se ha estudiado, que les hace ponerse en contacto unos con otros y establecer relaciones de pareja. "Los lugares físicos de encuentro son esenciales. Es como un club. Para que uno pueda encontrar una pareja en un club, ambos tienen que ser socios de ese club: para poder verse en la piscina o en la pista de tenis. Y eso viene determinado por el entorno socioeconómico", asegura Mediavilla.

El nivel académico de los padres, principal predictor

Los cierto es que el mayor predictor del éxito de un alumno es el nivel socieconómico que tienen sus padres, y en esto tiene mucho que ver los estudios que hayan cursado. Es dificil moverse en círculos sociales distintos del que se ha nacido. "En España la meritocracia es definitivamente a nivel empírico un mito. Los datos que tenemos nos demuestran sistemáticamente cómo la movilidad social de nuestro país es muy baja", aseguraba a NIUS en una entrevista Berna León, investigador doctoral y profesor asociado en el Instituto de Estudios Políticos de París

 El 75% de la gente de ingresos bajos en España no ha ido a la Universidad. Y eso a pesar de que en España la élite económica no está tan ligada a la élite educativa universitaria como, por ejemplo, en Estados Unidos, Reino Unido o Francia.

Recientemente, el informe Fracaso escolar en España: ¿Por qué afecta tanto a los chicos y alumnos de bajo nivel socioeconómico?, publicado por el Centro de Política Económica de Esade, señalaba que la diferencia entre un estudiante de nivel socioeconómico bajo y alto en tercero de primaria (ocho, nueve años) es de 58% de la desviación estándar (DE) en matemáticas, y 55% de la DE en lengua. Estas diferencias son el equivalente a casi dos años de escolarización. 

“No es una cuestión de si se tiene más o menos dinero sino de todas las variables que van relacionadas con el nivel socioeconómico de una familia lo que marca la diferencia: su nivel educativo, si pueden ayudar a sus hijos con los deberes o las aspiraciones que tienen para él en el futuro", asegura el autor del informe el profesor de Economía de la Universidad de Estocolmo José Montalbán.

Otro informe, Las transiciones a la educación postobligatoria en Barcelona: vías diferentes, itinerarios desiguales, dirigido por Andreu Termes, investigador postdoctoral en el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona, concluye que elegir estudiar FP o en la Universidad no es una elección obvia, fácil, que se dé a los 16 años, sino que es un proceso que se va acumulando a lo largo de toda la escolarización. "En los jóvenes con mayores dificultades sociales y académicas se van acumulando las desventajas en forma de repetición, malas notas, agrupaciones por niveles y también lo que llamamos una orientación diferencial, sobre la cual el profesorado, un poco de forma simple o binaria, orienta al alumnado con mejor perfil académico hacia bachillerato, y al que tiene peor perfil, hacia la FP", asegura el autor.