Las listas de espera llegan también a la sanidad privada: "No se pueden ofertar seguros a 30 euros"

  • El presidente de la patronal de la sanidad privada reconoce en esta entrevista que peligra uno de sus principales valores: la accesibilidad

  • Estamos en un momento de "asfixia" y el sector asegurador debería tenerlo en cuenta, reclama

  • "Nosotros no nos dedicamos a reparar coches, nos dedicamos a tratar a personas, esto tiene su límite", denuncia Carlos Rus

El ambiente de la sanidad está "enrarecido" asegura Carlos Rus (Sevilla, 1976). Licenciado en derecho, es presidente de ASPE, la Alianza de la Sanidad Privada Española, desde noviembre de 2019, justo antes de que estallara la pandemia. Fueron meses "muy duros", asegura. Meses en los que el sector público y privado se pusieran mano a mano para hacer frente a la urgencia sanitaria. Ahora la situación es bien distinta, denuncia, porque el Gobierno quiere poner fin a esta colaboración con políticas como la ley de equidad sanitaria propuesta por la ministra Carolina Darias. Una norma con la que el Ejecutivo, asegura, pretende fortalecer la sanidad pública, consolidando la "equidad, la universalidad y la cohesión en el Sistema Nacional de Salud".

Carlos Rus no tiene dudas de que la sanidad es utilizada como arma política. "Antes de que lo dijera Ayuso ya lo asegurábamos nosotros", explica en esta entrevista en la que repasa los principales desafíos de la sanidad privada española, empezando por su colapso. Sus urgencias también están saturadas y no solo es por el efecto dominó de la pública, argumenta, sino por unas pólizas de seguros médicos de bajo coste. ¿La solución? Precios razonables por parte de las aseguradoras, mayor flexibilidad de los profesionales y un pacto de estado en sanidad, reclama el presidente de la patronal de la sanidad privada.

Pregunta: ¿Por qué considera que el ambiente está enrarecido?

Respuesta: Hemos pasado de una situación de reconocimiento que logramos durante la covid, atendiendo al 30% de los pacientes, a una situación con el ambiente un poco más enrarecido. Las últimas iniciativas políticas como la Ley de Equidad, también denominada ley Darias, pretende acabar con esa colaboración público-privada, cosa que, teniendo en cuenta la disponibilidad que han tenido siempre las empresas privadas, consideramos que carece de todo sentido. La privada realiza el 40% de la actividad sanitaria que se hace en España.

Se quiere levantar un Muro de Berlín entre la pública y la privada

P. ¿La relación no es buena?

R. Hay que diferenciar entre dos realidades. A nivel autonómico, hay una realidad muy cercana, la covid ha acercado posiciones y todas las comunidades autónomas tienen colaboración público-privada. Después tenemos la realidad nacional donde la sanidad privada es un arma arrojadiza, donde hay una batalla permanente programática por parte de Podemos. El socio del Gobierno quiere acabar con la colaboración público-privada y la mal denominada privatización.

La convivencia de la sanidad pública y la privada siempre ha sido muy positiva, reconociendo nuestro carácter complementario. La dificultad con la que nos encontramos ahora es que se quiere levantar un muro de Berlín entre el ámbito público y el ámbito privado y que esa colaboración pase de ser complementaria a algo absolutamente excepcional, y eso en muchos casos es imposible. De hecho, estamos viendo cómo se tramita una norma para establecer este muro, pero al mismo tiempo comunidades como Baleares o Valencia están lanzado planes de choque para hacer frente a las listas de espera contando con la privada.

P. Pero las urgencias de la privada también empiezan a saturarse.

R. Han crecido mucho las listas de espera en lo público y esto ha hecho también que se polarice la situación: los de la privada son más de la privada y los de la pública, más de la pública. Todo lo que afecta al Sistema Nacional de Salud afecta a lo público y lo privado, eso es obvio. Antes el usuario de la sanidad privada hacía, en muchos casos, un uso mixto, pero ahora, con la saturación de la pública cada vez hay más gente que opta solo por lo privado.

Ademá, se están incrementando mucho las pólizas low cost, de precio muy bajo, que permiten que toda la familia tenga acceso a consulta por 30 euros al mes. En España hay ya 12 millones de personas con seguro médico, está creciendo mucho el número de usuarios, pero, sin embargo, las pólizas tienen, en muchos casos, precios irrisorios. Todo ello hace que tengamos picos en el área de urgencias, con unas esperas muy superiores a lo habitual, que eran de una media hora.

P. ¿Solo en urgencias?

R. Pasa en urgencias que es, por así decirlo, nuestra atención primaria, pero no pasa en la consulta del especialista; tampoco en camas o en quirófano. Con ciertos especialistas de mucho renombre, sí que hay importantes listas de espera, aunque siempre vas a tener otra opción. Es en la urgencia donde sí se está viendo más saturación.

No podemos seguir con seguros de 30 euros al mes para toda la familia

P. ¿Se puede tener una sanidad privada de calidad pagando un seguro de 30 euros al mes?

R. Los seguros suponen para nosotros el 65% de facturación media de los hospitales, es muy importante, pero hay una batalla de precios en el ámbito de la salud muy similar al que se da en el del automóvil, y nosotros no nos dedicamos a reparar coches, nos dedicamos a tratar a personas. Esto tiene su límite, no se puede seguir yendo a pólizas de 30 euros para dar cobertura a una familia, estamos hablando que una póliza razonable serían unos 60 euros mensuales. Este sería un buen precio como punto de partida, teniendo en cuenta el volumen del sector y de que no todos los que tienen un seguro enferman. En países como Alemania el precio medio del seguro está cerca de los 300 euros al mes.

P. ¿Es rentable la sanidad privada? ¿Se puede hacer negocio con la salud?

R. Estamos en un contexto de costes multiplicados por 10, incrementos del IPC y con muy poca posibilidad de repercutir ese incremento a nuestros pacientes, así que nos encontramos en un momento de asfixia de la sanidad privada y tenemos que pedir a nuestro principal aliado, que es el sector asegurador, que sea sensible a la situación. Los incrementos de las tarifas a nuestros profesionales tienen que estar conforme al IPC. Es un negocio que al final el peso de la plantilla es muy alto, con profesionales de altísima cualificación.

P. ¿Ustedes también sufren falta de personal?

R. Tenemos un problema con la enfermería, que se ha puesto de manifiesto con la pandemia. En el caso de los médicos sí que es un problema más estructural que nos preocupa a medio plazo. Hay falta de médicos en ciertas especialidades: anestesia, oncología, cirugía pediátrica o dermatología, por eso pedimos al Ministerio que cuando se oferten las plazas MIR se tengan en cuenta también las necesidades de la privada. Ahora mismo, solo el 3% de los médicos residentes se forman en la privada y deberíamos subir esa cifra, sí o sí.

P. Vuelve a coincidir con la presidenta de la Comunidad de Madrid.

R. Mucho antes de que lo dijera la señora Ayuso, nosotros ya decíamos que la sanidad era un tema político y que no hay un pacto de Estado porque no interesa, porque da mucho juego. Por eso no hay acuerdo en algo tan importante que se lleva el 40% de los presupuestos de las comunidades autónomas. El análisis está hecho, el problema es quién le pone el cascabel al gato.

Lo que estamos viendo en Madrid es falta de flexibilidad de los gremios

P. ¿Está de acuerdo con la propuesta de Ayuso?

R. Lo que se está pretendiendo es flexibilizar el modelo para hacer frente a una situación concreta en una comunidad que fue de las más golpeadas por la covid, pero cada vez que se intenta hacer un cambio, los gremios defienden sus derechos y no admiten esos cambios, y es esa falta de flexibilidad lo que estamos viendo en Madrid. ¿Que luego se puede entrar en el detalle y hay cosas que pueden ser mejorables? Sin ningún género de duda, pero cada vez que se intenta modificar el statu quo tenemos este tipo de reacciones y las tenemos mayoritariamente en Madrid. Con circunstancias similares en otras comunidades autónomas no pasa nada y esto es el uso político de la sanidad.

P. ¿Y cuál es su propuesta?

R. La primera, dotar de mayor flexibilidad al ámbito público. En este país solo existe un estatuto propio para los espías del CNI y para los médicos, y esto genera falta de flexibilidad. Además, fomentar la competencia. No puede haber un café para todos. Es muy difícil que el que quiera hacer haga cuando ve que el vecino no hace. No hay que tener miedo a publicar los resultados de cada centro y ser transparentes. Competir es sano y nos hace mejorar. Hay que medir los datos y publicarlos; dotar al sistema de flexibilidad y recompensar a aquel que más hace. Normas que en el ámbito privado funcionan.

P. Hay quien considera que eso se podría traducir en una peor asistencia, donde primen los números y no los pacientes.

R. De lo que se está hablando no es de escatimar recursos. En ningún caso, si no de dotar de flexibilidad. En el ámbito privado los profesionales desempeñan distintos roles, no está tan segmentado como en la pública. De hecho, la ley lo permite. La ley permite a las enfermeras desempeñar funciones que pueden ser del médico, siempre que lo haga bajo la supervisión de un profesional médico y esto en el ámbito privado se aplica cada vez más. Esto no va en contra de la calidad, sino en función de las circunstancias. Tenemos una población muy envejecida y, por tanto, mucho paciente crónico que requiere un seguimiento y que puede hacerse en el ámbito de la enfermería, ¿por qué no?

Por encima de los 60 años, consumimos el 80% del gasto que hacemos en Sanidad, tenemos que ir preparándonos para ese modelo y adaptándonos, y hacer esto es tremendamente complejo en el ámbito público. No hablamos de quitar calidad, sino de dar respuesta. Estas batallas de gremios las hemos visto durante la covid. Protestaron por llevar medicamentos a los domicilios o porque se pudiese vacunar en farmacias. Hay falta de flexibilidad.

La sanidad privada española es una de las más accesibles de Europa

P. ¿Podría sobrevivir la sanidad privada sin la pública?

R. Tenemos 337.000 profesionales y llevamos a cabo el 42% de las intervenciones quirúrgicas que se realizan en España. Atendemos el 30% de las altas y las urgencias, y el 50% de las resonancias magnéticas. Yo creo que podríamos decir que un 33% de la población española es usuaria de la sanidad privada. Hasta ahora, el 11% del presupuesto sanitario se destinaba a la sanidad privada, pero en los dos últimos años el porcentaje se ha reducido hasta el 10%. La colaboración público-privada, en estos años excepcionales, se ha reducido. Para la sanidad privada, la colaboración con la pública supone el 15% de su facturación, no vivimos del ámbito público. La sanidad privada tiene vida por sí misma, porque así lo deciden más de 15 millones de ciudadanos. Costaría adaptarnos sin ese 15% de colaboración público-privada, pero estoy convencido que seríamos capaces de sobrevivir.

En todo caso, por mucho que no quieran contar con nosotros, la realidad es muy tozuda. No es fácil prescindir de un recurso que cuesta la mitad que el público y que además soluciona problemas. La ley Darias supone acabar con el modelo de funcionamiento sustitutorio y eso elevaría los costes, aumentaría los presupuestos de manera muy importante. Acabar con el sistema de colaboración público-privada haría inviable el Sistema Nacional de Salud.

P. Pero no todo el mundo se puede pagar un seguro médico privado.

R. No creo que tengamos un modelo que no sea fácilmente accesible. En Holanda, por ejemplo, toda la población está asegurada y tiene la obligación de tener un seguro médico de salud como si fuera un seguro de coche. El estado solo lo cubre para aquellas personas que no se lo pueden permitir. La sanidad privada española es una de las más accesibles de Europa. Una póliza en España tiene un precio medio de 36 euros, 400 euros al año. La sanidad privada en este país es tremendamente accesible y siempre tiene que existir ese papel garantista del ámbito público. Aquí nunca entenderíamos un modelo que no atendiera una urgencia porque no disponga de tarjeta de crédito.

P. ¿Cuál es para usted la principal diferencia entre la sanidad privada y la pública?

R. Lo que el paciente quiere es que se le atienda bien, lo que quiere es buena medicina, le importa muy poco cuál es la titularidad del centro. Cuando estamos malos lo que pretendemos es que nos den una solución, que la nómina del médico la pague el estado o una empresa, no creo que sea un hecho diferencial ni importante. Al final son los pacientes los que eligen y nos eligen fundamentalmente por la accesibilidad, porque el mantra antiguo de la diferencia de la calidad ya no es cierto. La apuesta por la tecnología y la calidad en el ámbito privado es indudable, por eso nos preocupa que la accesibilidad se mantenga en buenas condiciones y que no proliferen este tipo de pólizas que al final no generan satisfacción en el paciente.

Nuestra apuesta tiene que ser con estar disponibles. En España hay una lista de espera de máximos históricos, con más de 700.000 ciudadanos esperando una intervención y más de tres millones esperando una consulta. Nosotros podríamos dar respuesta a esas listas de espera y juntos podríamos eliminarla, así que nuestra propuesta es que no se tomen decisiones basadas en la ideología, sino en los datos, en los resultados, en la calidad y en la satisfacción del paciente.

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