Daniel Gabaldón, experto en horario escolar: "Lo mejor sería que en la ESO se entrase entre las 11 y las 12 de la mañana"

  • Profesor de Sociología y Antropología Social, Gabaldón ha realizado un estudio que concluye que la jornada intensiva "está maltratando a los chavales"

  • "En el ámbito escolar, los niños desde que entran en la pubertad empiezan a retrasar su ciclo circadiano y se van volviendo cada vez más vespertinos, más búhos"

  • "El criterio no puede ser fruto de las presiones de padres y profesores sino que hay que crear un horario que se óptimo para la infancia y la adolescencia"

El debate sobre la jornada continuada en los colegios es infinito. ¿Es bueno que los alumnos concentren todas las horas de estudio hasta las 14 horas y luego tengan toda la tarde libre? Para esta pregunta tan simple hay múltiples respuestas, depende de quién venga.  

Actualmente, más del 70% del alumnado de los colegios de infantil y primaria tiene este horario por el cual reciben las clases de un tirón, sin apenas pausas. Luego, se marchan a comer con su familia o bien se quedan a comedor, pero no regresan más al aula.

Los defensores de la jornada continuada -la mayoría profesores- alegan que los alumnos rinden más y mantienen mejor la atención por la mañana y tienen toda la tarde libre fuera del colegio. Sin embargo, las conclusiones de los primeros estudios realizados sobre la jornada contina apuntan a todo lo contrario: los alumnos tendrían que estar más tiempo del que están ahora mismo en los colegios por múltiples motivos. También la OCDE ha lanzado un aviso a España por el avance de la jornada continuada como un posible factor de abandono escolar temprano que además agrava las desigualdades sociales.

La última investigación sobre este tema, llevado a cabo por Daniel Gabaldón, profesor del departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, en colaboración con Kadri Táht, de la Universidad de Tallin, insiste en la idea y concluye que la jornada intensiva tiene un impacto negativo en la salud y el bienestar de los alumnos: descansan y comen peor, hacen más deberes y dedican más tiempo a las pantallas. NIUS ha hablado con Gabaldón sobre este tema.  

Pregunta. ¿Por qué es mejor la jornada partida que la continuada?

R. Ninguna de las dos jornadas son perfectas. En las dos, en la continuada y en la partida, los alumnos madrugan demasiado. Pero, en líneas generales, la jornada partida se ajusta mejor a los ritmos de atención. Porque la atención no es como la batería del móvil, que está muy alta por la mañana y se va descargando a lo largo del día, sino que empieza moderada, sube a media mañana, baja al final de la mañana y vuelve a subir por la tarde. La jornada partida se ajustaría mejor a este tipo de esquema.  

En España, además, tenemos un problema añadido que es la zona horaria. Nuestra zona horaria corresponde a la del centro de Europa, pero el sol amanece en Varsovia dos horas antes que aquí. Y nuestro organismo se sincroniza con la luz del sol. Nuestro despertador está sincronizado a una hora que no nos corresponde. En el ámbito escolar, los niños desde que entran en la pubertad empiezan a retrasar su ciclo circadiano y se van volviendo cada vez más vespertinos, más búhos. Cuanto mayores se van haciendo, más aprovecharían la mañana para dormir y más aprovecharían la tarde para estar activos y aprender. En cambio, en España, el paso de primaria a secundaria lo hacemos al revés. Adelantamos la entrada en el instituto y no les dejamos salir hasta las 14 o las 14.30. La jornada intensiva de 6-7 horas es una barbaridad. En nuestro estudio sale eso: cómo el horario intensivo está maltratando a los chavales.

P. ¿De qué manera?

R. Para empezar, porque al entrar demasiado pronto no descansan lo suficiente. Esto se ve más en la jornada continuada que en la partida, porque en esta última, seguramente, muchos centros relajan la entrada hasta las 8.30-9 horas. En cambio, en la jornada continuada obligan a que entren a primera hora porque, si no, no pueden impartir todas las horas que hay que dar.

P. El estudio concluye también cómo estos horarios intensivos les afecta a la hora de comer.

R. Sí. La jornada continuada se caracteriza por pasar todas las horas que se hacían por la tarde a la mañana y juntarlas todas. Esto hace que los alumnos no puedan salir hasta que no terminan todas las clases, generalmente las 14 horas en primaria y más tarde en secundaria. Si lo alumnos comen en el comedor, igual los del primer turno a las 14 horas están comiendo, pero los del segundo, hasta las 15 horas no van a empezar a comer. Y si encima tienen que desplazarse a casa, lo van a hacer todavía más tarde. El problema de comer tan tarde es que se asocia con sobrepeso y obesidad. La misma cantidad de ingesta si la comes más pronto va mejor para no ganar peso que hacerlo a deshora.

La atención no es como la batería del móvil, que está muy alta por la mañana y se va descargando a lo largo del día, sino que empieza moderada, sube a media mañana, baja al final de la mañana y vuelve a subir por la tarde

P. El informe también señala que los alumnos de jornada continuada hacen también más deberes. ¿Por qué?

R. Hacen aproximadamente 27 minutos más de deberes y de actividades de estudio fuera del horario escolar. Nuestra explicación es que hacen más deberes porque rinden menos durante la mañana escolar al tener unos horarios menos eficientes a la hora del aprendizaje. Cuando el alumnado no trabaja bien en el aula y no termina las actividades porque está demasiado cansado y distraído, el profesorado tiende a mandar esas actividades para casa.

P. Los alumnos de la jornada continuada tampoco sacan, entiendo, mejores resultados.

R. Ningún estudio lo demuestra, no. De hecho, algunos estudios señalan cómo los alumnos de jornada continuada tienen peores puntuaciones. Y si es así, a pesar de que tienen más deberes, significa que se está tratando de compensar la mañana y encima que esa compensación no se está consiguiendo que sea óptima.

P. El estudio concluye también que los alumnos de la jornada intensiva están más tiempo delante de las pantallas.

R. Sí, pasan más tiempo delante de las pantallas que los que están en jornada partida. Esto se explica porque cuando llegan a casa, no hay nadie.

P. ¿En algo es beneficioso la jornada continuada?

R. Sí, hay un dato positivo y es que hacen más deporte los alumnos que están en jornada continuada que en partida. Y eso es importante en secundaria, ya que, en primaria, al fin y al cabo, lo que reportan en la encuesta es actividad física reglada. Los niños de infantil y primaria en los descansos de comedor y tal tienen mucha actividad también: se mueven mucho, juegan mucho y no hay tanta diferencia. Pero en secundaria, que son más sedentarios, sí es positivo que hagan más deporte, siempre que no lo hagan a última hora de la tarde, que interferiría con el tema del descanso.

P. ¿Qué horarios serían los más convenientes en primaria y secundaria?

R. En infantil y primaria podrían tener una entrada flexible, a las 10 de la mañana en invierno y a las 11 de la mañana en verano. Los alumnos de instituto deberían entrar una hora más tarde, a las 11 en invierno y a las 12 en verano. Y, sobre todo, tener más carga lectiva, conforme van pasando a la segunda mitad de la primaria y a secundaria, por la tarde. Hacer toda la jornada intensiva por la tarde tampoco es conveniente cuando hay tantas horas. Pero, desde luego, si hubiese que hacer una jornada intensiva en secundaria, sería mejor por la tarde que por la mañana. Sigo pensando que es más razonable hacer una jornada partida. Aunque solo sean dos horas por la mañana y cuatro horas por la tarde. Eso va a ser más saludable para los niños de secundaria que el modelo actual.

P. A pesar de todos los informes que existen contrarios a la jornada continuada, en España se ha ido implantando en la mayor parte de los institutos de secundaria y en menor grado en los centros de primaria. ¿Deberían estos centros dar marcha atrás?

R. Yo lo que propongo en un primer momento es una moratoria, que se dejara ya de hacer cambios. Conocemos muy pocos casos de reversión. Los cambios, aunque luego es verdad que los tienen que votar las familias voluntariamente en la mayoría de comunidades autónomas, los inician los claustros de profesores. Y no cocemos claustros de profesores promoviendo el cambio a jornada partida. Para ellos, claramente, hay un beneficio laboral ahí y no apuestan por la jornada partida. Por eso apelo a las instituciones a que hagan una moratoria e investiguen esto con más datos para ir al fondo de esta cuestión.

P. La mayoría de profesores no estaría muy de acuerdo…

R. Podría plantearse que el profesorado tuviese una jornada continuada, aunque el alumnado la tenga partida. En los institutos, los docentes entran a distintas horas al centro y eso se podría plantear también en primaria, que unos entraran a las 9 y otros a las 11. Así unos saldrían a las 3 y otros a las 5. También se puede reducir la carga docente o incrementar los días lectivos del curso escolar para que no haya tantas horas cada día.

P. Da la impresión de que muchas veces se confunde el interés de las familias y de los profesores con lo que más le conviene a los alumnos.

R. En parte los profesores tienen razón cuando dicen que los niños a las tres de la tarde están muy dormidos cuando vienen del comedor. Pero lo cierto es que los niños a partir de las 15.30-16 horas están mucho más activos. De hecho, las academias se llenan por las tardes. No se puede mantener que los niños por la tarde no aprenden. A las 16 horas sería una buena hora para empezar por la tarde. Es normal que los profesores no quieran estar desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, pero se pueden hacer turnos. El criterio no puede ser fruto de las presiones de padres y profesores sino que hay que crear un horario que sea óptimo para la infancia y la adolescencia. Lo que no podemos es supeditar la vida, la salud y el aprendizaje de todos los niños del aula porque una persona se organiza el horario con lo que considera que es mejor para sí misma.

P. Un estudio elaborado por ESADE sobre la jornada continua apuntaba que esta perjudicaba especialmente a los alumnos con menos recursos porque hacía que se expusieran a más riesgo social al pasar más tiempo en casa. ¿Está de acuerdo?

R. Estoy totalmente de acuerdo. El alumnado con más desventajas sociales es el que más escuela necesita. Y la necesita sobre todo cuando más la va a aprovechar, que es en las horas más óptimas para él. El alumnado de clase media con horario continuado siempre compensa, va a clases de inglés, a academias, a refuerzos, sus padres, que tienen estudios, le ayudan a repasar o le pagan un profesor particular. Pero el alumnado que es de clase más humilde no tiene todos estos recursos y se queda solo con lo que el centro público le ofrece. Si el colegio baja el nivel, porque se ponen unos horarios menos eficientes, obviamente está perdiendo.

P. ¿Por qué, entonces, los centros públicos de entornos más desfavorecidos suelen optar más por la jornada continuada?

R. Seguramente porque el profesorado tiene claro que es mejor y se autoconvence muchas veces de que es mejor también para los alumnos, aunque sin ninguna evidencia, y convence a los padres de que la jornada continuada es una innovación pedagógica, que es una mejora y que es el futuro, y los padres votan a favor de este horario en los consejos escolares. Si lo piensas bien, las familias de menos renta y menos nivel de estudio no tienen capacidad de contrastar la información que les llega. Para ellos, el experto en educación es el maestro de su hijo. Y si ellos le dicen que eso es bueno, van a votar sin dudar.