"Amnistía Internacional no es una organización; es un movimiento"

KAMALA OROZCO 15/05/2008 00:00

En primer lugar, felicidades por el 30 aniversario...

En realidad no nos gustaría cumplir años, pero desgraciadamente me parece que unos cuantos más vamos a cumplir.

Algunos más, me temo...

Creo que sí. Desgraciadamente queda mucho trabajo por hacer. Por un lado hay que consolidar los avances, como lograr finalmente abolir la pena de muerte. Pero queda mucho por hacer en relación con la tortura, que está en 100 países; en relación con la pobreza, que todavía está en el ámbito de la economía y no de los Derechos Humanos; en relación con la inmigración, para que los 200 millones de inmigrantes en el mundo no se conviertan en los nuevos esclavos; o queda mucho por hacer en violencia de género. Por tanto, ahora celebramos estos 30 años con una perspectiva de celebrar otros 30, aunque en realidad no nos gustaría celebrar ninguno.

¿Cuáles son los principales objetivos cumplidos en este tiempo que destacaría? ¿De qué se siente más orgullosa la organización?

Primero, de las personas concretas. Estamos hablando de 50.000 personas que han sido liberadas cuando eran presos de conciencia. Eso significa que 50.000 vidas han cambiado por la acción o contribución de AI. Estamos hablando también de que con la abolición de la pena de muerte en 135 países en los últimos 30 años mucha gente ha evitado la ejecución; o estamos hablando de que las víctimas de desapariciones y torturas en Chile o Argentina han tenido la contribución del trabajo de AI para tratar de encarcelar a Pinochet; o, en España, la abolición de la pena de muerte en el año 95. Esos han sido los principales logros en estos 30 años.

¿Cuál ha sido la evolución de España en materia de Derechos Humanos en estos 30 años?

Hace 30 años, España dejaba de ser una dictadura, por lo que hay avances indudables en algunos temas, como por ejemplo, que la pena de muerte ha sido abolida (todavía estaba la pena de muerte cuando AI empezó). También había presos de conciencia, por ejemplo, los objetores de conciencia al servicio militar (hoy el servicio militar ha sido abolido). Por supuesto hoy no hay presos de conciencia cuando hasta entonces había miles. Es un avance importante, pero existen todavía graves problemas de Derechos Humanos. Uno de ellos tiene que ver con las torturas y malos tratos por parte de miembros de las fuerzas de seguridad, especialmente a emigrantes. En segundo lugar, todo lo que tiene que ver con ETA. Hace 30 años ETA ya mataba, ahora continúa matando. El tercer elemento importante de vulneración de Derechos Humanos en España tiene que ver con la violencia hacia las mujeres.

¿Cómo ha evolucionado el activismo en AI al cabo de los años? Recuerdo cuando había que enviar cartas. Ahora se mandan mails y se recogen firmas por Internet...

Ahora hemos pasado de la pluma al ratón, del rasgo al clik. Por una parte sí. Estamos hablando de que hay 65.000 activistas en la red de acciones urgentes; estamos hablando de que casi un millón de persona actúa al menos una vez al año con AI a través de la red. Pero también hay un fuerte activismo presencial. Hay 100 grupos de voluntarios en AI y también que hay unos 1.700 activistas que todas las semanas se reúnen. Por eso es importante mantener lo nuevo (cibertivismo, el trabajo a través de la red, mantenerse informado a través de chats o foros), pero también mantenemos una perspectiva antigua: la gente también necesita reunirse, salir a la calle y manifestarse.

En estos 30 años se ha dado un cambio importante en el tratamiento de los Derechos Humanos. Antes era algo muy restringido al Derecho Internacional, mientras que ahora, la defensa de los Derechos Humanos está en la calle.

Siempre hemos tenido la visión de que la gente que colabora en AI es gente corriente trabajando por personas corrientes. No hace falta ser abogado o jurista para trabajar en AI. Es verdad que hay un fuerte componente legal. Pero lo que tiene AI de básico es que cualquier persona, sea su formación la que sea, puede colaborar. En los últimos 10 años, la visión es que AI ha dejado de ser percibida como una organización y sea un movimiento. Es una percepción de los Derechos Humanos como populares. Los Derechos Humanos no son una cuestión de élite, sino una cuestión de cada persona. Hay que estar en cualquier país del mundo con la población que sufre.

¿Estarán en China vigilando lo que ocurre en el país durante los Juegos Olímpicos?

Estamos vigilando los Juegos Olímpicos. Hasta ahora, tristemente, hay que constatar un deterioro de los Derechos Humanos. A medida que se avanza hacia las Juegos Olímpicos, empeora la situación. En China la violación de Derechos Humanos es tremenda. El año pasado murieron 400 personas, identificadas, por pena de muerte, pero puede haber habido hasta 3.000 ejecuciones. Se están utilizando los Juegos Olímpicos para detener a taxistas sin licencia, a vendedores ambulantes sin permiso... Y hay 250.000 siendo reeducadas por el trabajo. Los Juegos Olímpicos están creando una limpieza social. En el Tíbet hemos visto la represión en las calles. Amnistía no está pidiendo un boicot a los Juegos Olímpicos ni nada que se le parezca, pero tampoco estamos a favor de esa conspiración de silencio en la que ningún gobierno dice nada sobre China.

Un deseo para los próximos 30 años de AI.

La utopía es que nunca más tenga que hacer una entrevista como ésta porque hayamos desaparecido y porque los Derechos Humanos estén vigentes. En la realidad, en los próximos 30 años se pueden avanzar en varias cosas. Una es la abolición de la pena de muerte en el mundo. Y también que haya muchos más perpetradores de Derechos Humanos, tipo Pinochet, que estén ante la Justicia. De hecho, se ha producido un avance. Y, finalmente, que en el movimiento tengamos no los 2.200.000 personas que somos ahora, sino que nos hayamos doblado porque eso supondrá una capacidad de influir mucho mayor.