Año Nuevo Chino en Hong Kong, días de descanso y de desempolvar tradiciones
AGENCIA EFE
05/02/201109:34 h.El valle de Lam Tsuen, en el norte de la zona continental de Hong Kong, es un territorio que ha conocido sus primeros asentamientos hace ahora más de 700 años, un periodo que corresponde al de la dinastía china Sung.
Estos días, en los que Hong Kong celebra el nuevo año según el calendario lunar chino, Lam Tsuen es un escaparate de tradiciones para el resto del territorio, concretamente en lo que se refiere al capítulo gastronómico, ya que sus moradores preparan el plato más longevo y auténtico de la urbe del sur de China, el "Poon Choi", cuya traducción literal, pero poco agraciada, es la de "festín en barreño".
La preparación en este recipiente de generoso tamaño se remonta al periodo de una invasión mongol, durante la dinastía Song, incursión que llevó a un joven emperador y a su ejército a replegarse en el sur de China, llegando a lo que hoy es la zona de Nuevos Territorios de Hong Kong.
Los tempranos pobladores de la región se esmeraron en reunir ingredientes de mar y montaña para sus regios comensales, pero a la hora de cocinar y servir, y ante la escasez de vajilla para todo el regimiento, optaron por la preparación de los proteicos manjares en amplias jofainas.
El "Poon Choi", una rara avis en los restaurantes de Hong Kong, se consume casi exclusivamente en poblados y en fechas especiales en las que los comensales son numerosos.
Aunque los ingredientes (desde carne de cerdo, pollo, pato, tocino, corteza de cerdo, aleta de tiburón, sepia, gambas, abulón, cangrejo, setas, tofu, nabo y brócoli, entre otros) se cocinan por separado y posteriormente se colocan en capas, quedando en las superiores los más caros, una cocción final logra mezclar los sabores, además de dar una apariencia de guiso a todo el conjunto.
"Me gusta porque es muy jugoso y sabroso. Como es una celebración de año nuevo -y de fechas especiales- es normal que se ponga mucha comida y que se deje algo, pero no pasa nada, es Año Nuevo", dijo a Efe Bella, una hongkonesa que disfruta del plato una o dos veces año, y que no se sorprende de ver cómo se retiran los barreños de metal a medio consumir.
Al peruano Damián de la Cruz, parte de una comparsa de Huancavelica invitada a Hong Kong para representar estos días la danza de las tijeras, no le faltaron buenas palabras para agasajar el "Poon Choi" que acababa de degustar en Lam Tsuen: "magnífico, nunca hemos visto este tipo de comida. Es la primera vez que la comemos y nos encanta".
Pero además, el poblado atrae a lugareños y visitantes de numerosos rincones de la urbe gracias a su árbol de los deseos, cercano al templo de Tin Hau (una de las divinidades más apreciadas en Hong Kong, especialmente entre las gentes del mar).
En sus orígenes fue un árbol de alcanfor, pero hoy sólo queda de él un tronco vacío y ramas sin vida. No obstante, y según cuenta la leyenda, el hecho de que hiciera realidad el deseo de un padre, cargó de fama al árbol, convirtiéndose de la noche a la mañana en un punto de peregrinaje para todo aquél que quisiera ver cumplidos sus deseos.
Da igual que las frondosas hojas del árbol sean hoy en día de plástico, los visitantes no resisten la tentación de lanzar a su copa proyectiles en forma de mandarina (tan artificiales como las ramas de las que van a quedar colgadas) y cartulinas rojas con los deseos que desean ver cumplidos.
Echo, una de las muchas hongkonesas en sumarse a la tradición, no tuvo reparo en desvelar su petición para este año del conejo: "he pedido salud, y para mi familia y la gente de mi alrededor, buen trabajo y ganar más dinero".
Marta Checa