Los periodistas han recogido la investigación realizada sobre la muerte de la joven sevillana Marta del Castillo desde su desaparición en 2009. El padre de Marta, Antonio del Castillo, considera el libro como "un relato fideligno de la realidad, una historia terrible, y lo peor es que nos ha tocado vivirla a mí y a mi familia", según publica El Mundo.
Según cuentan los autores del libro en un artículo publicado en este periódico, el Cuco realizó la confesión durante un traslado desde el centro de menores de Las Lagunillas, en Jaén, hasta el piso de la calle León XIII donde presuntamente fue violada y asesinada. Los policías le tenían que informar de que se había encontrado ADN en la habitación donde el Cuco dijo que nunca había estado. El menor se derrumbó y realizó esta confesión. Sin embargo, ladeclaración no sirvió como prueba porque no la hizo delante de un abogado. Por eso, los policías realizaron una declaración como testigos que se aportó al sumario.
Allí añadieron que al preguntarle "¿entonces, dónde está?", el Cuco dijo que "no añadiría más detalles si no era en presencia de su abogado. También que tenía el presentimiento de que lo iban a matar tanto a él como a su madre". Según los agentes, el menor, por miedo o temor a las responsabilidades, trató de ocultar una participación de más envergadura en los hechos.
Marta le llamaba el Peque. Para él, ella era la rubia por la que era capaz de hacer cualquier cosa. Marta le trataba como a un crío. El Cuco era el pequeño del grupo. Pero no era tan pequeño. De un niño de colegio del Opus, deportista y alegre, pasó a ser un joven conflictivo que siempre llevaba una navaja encima después del divorcio de sus padres. El día de la desaparición de Marta se emborrachó dos veces, según confesó.
Ahora tiene 16 años. Vive con siete chicos infractores. Recibe las visitas de su madre y se ha dejado el pelo largo. La Fiscalía de Sevilla acaba de pedirle seis años encerrado en un centro y otros tres de libertad vigilada. Considera que el Cuco participó en la violación y el asesinato de Marta. En esta petición quizá hayan influido las dos llamadas en el teléfono del menor que le sitúan fuera de su casa a la misma hora en la que tanto él como su madre mantienen que estaba durmiendo.
Malena Guerra y Ángel Moya explican que la policía cree que la red de mentiras comenzó a tejerse a las 21:30 horas del 24 de enero de 2009. Marta había sido asesinada. Los móviles de Miguel, Samuel Cuco y Francisco Javier se quedaron mudos a la misma hora para que sus movimientos no fueran revelados por las antenas telefónicas. Según la policía y el juez todos estuvieron en la casa de León XIII a esa hora. Después de concretar un plan, los cuatro se dejaron ver con sus respectivos amigos y novias.
Presuntamente se juntaron de nuevo a las 1:30 y sus teléfonos volvieron a enmudecer hasta las 3:30. La policía y el juez sospechan que entonces se deshicieron del cadáver y limpiaron el escenario del crimen. Miguel volvió a Camas, con su novia. Samuel se unió a la búsqueda de Marta. Cuco regresó a su casa, Francisco Javier fue a tomar una copa y su novia María se quedó en el piso.
Pero la investigación había empezado torcida al no aplicarse el protocolo de menores cuando, a las dos de la mañana, Antonio del Castillo puso la primera denuncia. La policía hizo la primera visita a León XIII 16 horas después, pero pasaron seis días hasta que se hizo la primera inspección. Aunque muchas pruebas ya habían sido borradas, encontraron ADN.
A los 20 días, detuvieron a Miguel Carcaño. Los demás cayeron uno tras otro porque se traicionaron. Todos llevaron a la policía al río, al puente de Camas. Pero no hay cuerpo y sin cuerpo el caso se complica. Por eso, la policía se centró en la novia de Carcaño, Rocío, menor de edad, que le protegía. A pesar de que la policía a veces rozó la ilegalidad presionándola a ella y su familia, la menor no lo contó todo. Y Marta sigue sin aparecer.
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