La intervención policial comenzó cuando una llamada al 112, realizada por la propia víctima, alertaba entre balbuceos y gritos de las agresiones y amenazas que sufría pero no podía especificar el lugar exacto donde se encontraba debido a que las llamadas se realizaban sin el consentimiento del agresor y en un momento de despiste.
Hasta el lugar se desplazó una dotación policial del Cuerpo Nacional de Policía, percatándose de la presencia de una furgoneta con el motor en marcha y su conductor en el interior en un apeadero de tierra próximo al precipicio.
Los funcionarios policiales observaron a una mujer junto a la puerta del asiento de acompañante sumida en un completo estado de ansiedad y nerviosismo que demandaba de manera desesperada el auxilio policial.
Los agentes, al ayudar a la víctima, observaron muchas contusiones en su cuerpo, y lograron inmovilizar el vehículo e identificar al presunto agresor.
La víctima, de 34 años, manifestó a los agentes que temía por su vida y que momentos antes había sido atacada con una piedra por parte de su pareja, que la obligó a permanecer en el vehículo situado al borde del barranco con el fin de dejarlo caer.
Por todo ello se procedió a la detención del individuo y la víctima fue trasladada a un centro sanitario para que fuera asistida. Una vez instruidas las oportunas diligencias policiales, el detenido fue puesto a disposición de la Autoridad Judicial correspondiente.