La cara B del acné: ansiedad, depresión y desempleo

  • No hay factor claro, ni gen definido que propicie el acné

  • El acné no tiene relación con ningún alimento concreto

En el siglo XVIII, la creencia de que un gusano estaba en el origen de las espinillas llevó a los científicos de la época a denominar 'comedón' a esas heridas tan molestas que torturaban la piel. Hoy hay un cierto consenso en calificar el acné no como un "proceso" sino como una enfermedad que llega a afectar al 90 por ciento de la población como confirmaba este fin de semana el Congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Una magnitud que choca contra el criterio de los dermatólogos que afirman que el acné afecta a una de cada 10 personas en todo el mundo, lo que la convierte en la octava enfermedad más prevalente a nivel mundial.

La b muestra enfoques contradictorios sobre su origen o las causas que están en su aparición. A principios de este mes, los participantes en el 28º Congreso de la Academia Europea de Dermatología y Venereología, celebrado en Madrid, apuntaba a los malos hábitos alimenticios, el aumento del estrés y las rutinas de cuidado de la piel agresivas entre los factores más importantes asociados con el acné.

Eran las conclusiones de una encuesta entre pacientes con estos síntomas en la que se deducía que eran más las personas con esta dolencia (48,2%) consumidores de productos lácteos diariamente en comparación con las personas que no lo hicieron (38,8%). La diferencia también fue estadísticamente significativa respecto a las bebidas carbonatadas o jarabes (35,6% frentea 31%), pasteles y chocolate (37% frente a 27,8%) y dulces (29.7% frente a 19.1%).

Sorprendentemente, el 11% de los enfermos de acné consumen proteínas de suero de leche frente al 7% de los que no tiene acné, y el 11,9% de quienes padecen acné consumen esteroides anabólicos frente al 3,2%. Por el contrario, el tabaco, que previamente se había considerado un posible desencadenante del acné, no mostró influencia.

Entonces, ¿hay una relación directa entre lo que ingerimos y el acné? Parece ser que no está tan claro. Lorea Bagazgoitia, dermatóloga en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y en el Hospital Ruber de Juan Bravo, y autora del popular 'Blog de Dermatología' asegura que, a pesar de que los dermatólogos llevan años diciendo a los pacientes que el acné no tiene relación con ningún alimento concreto, se mantiene la extendida creencia de que a las pieles acnéicas no les conviene la ingesta de chorizo o de chocolate.

Para esta especialista, no hay factor claro, ni gen definido que propicie el acné. "En familias con tendencia es más probable que sucedan casos de acné que en aquellas que no se han registrado casos anteriores", y advierte que sólo la dieta no va a curar el acné aunque recientemente se ha visto la relación entre ciertos alimentos y el acné, se ha comprobado que sí pueden ayudar a moderarlo.

Se refiere la doctora Bagazgoitia a que se ha visto que los alimentos con una carga glucémica alta pueden empeorar el acné. Cita así a los cereales del desayuno, al arroz, a las bebidas azucaradas, a los zumos, el pan blanco, y curiosamente el chocolate.

Según describe la especialista, tanto la leche como los alimentos de carga glucémica alta elevan en nuestro cuerpo la producción de una molécula llamada 'IGF-1' que, en último término, es la que provoca esos granitos, pues hace que glándulas sebáceas produzcan más sebo, clave en la aparición del acné.

En cuanto al chorizo, Bagazgoitia afirma que no hay base en la literatura científica, ni ningún artículo que demuestre que alimentos grasos provoquen acné, aunque la intuición lleva a pensar que aquellas personas que tienen acné si comen grasas, éstas llegarán a la piel. Y asegura que la grasa que comemos poco tiene que ver con la producción de sebo de la piel y, por tanto, en función de lo que sabemos hoy, "si tienes acné no te saldrán más granitos por comerte un bocadillo de chorizo".

Debido a su naturaleza visible, el acné tiene un impacto psicológico significativo en la calidad de vida y la autoestima del paciente. Se ha demostrado que los pacientes tienen mayores niveles de ansiedad que la población en general, se sienten socialmente aislados y tienen menos posibilidades de ser seleccionados para un empleo.