“Me duele todo pero saldremos adelante”, con estas palabras Pablo resume su terrible experiencia en Los Andes.
Descendían el Nevado Mateo, en Perú, cuando “resbalamos y, encordados, fue imposible frenar la caída”.
Cuenta que todo pasó muy rápido, que no tuvieron tiempo de reaccionar. “Lo que recuero es taparme la cara, intentar poner las piernas por delante pero no sabes, te ves tapado de nieve, no podía respirar”, explica.
Al terminar la caída intentó socorrer a sus amigos. “Lo primero es sacarlos de la nieve, no podían respirar y estaban semiinconscientes”. “Uno de ellos había entrado en paro cardiorrespiratorio y me centré en reanimarlo”, comenta.
Adriá, Sergi, Gerard y Rubén, el guía peruano que los acompañaba, fallecían en la avalancha.
“Nadie está preparado para ver esas heridas y menos en amigos cercanos”, asegura Pablo que cuenta que les recuerda felices: “La última imagen que tengo de ellos en la montaña es riendo, sonriendo”.