En busca de una vida sin balas
JUAN WÉS SOLÍS
12/02/200917:11 h.Juan (nombre ficticio) cayó en manos del Ejercito de Eritrea con 16 años. Fue detenido al salir del colegio. Su país estaba en guerra con Etiopía. Su negación a luchar en la guerra le llevo a la cárcel. "A los tres días comenzaron a entrenarme a la fuerza, pegándome con una vara y obligándome a caminar sobre los codos y las rodillas" explica Juan.
Consiguió escapar de la cárcel cuando su familia pago una importante cantidad de dinero por él. Pero era una libertad engañosa. Seguía siendo objetivo potencial de las mafias militares. Su única salida fue huir del país.
Llegó a la costa española donde tuvo la oportunidad de pedir asilo. Hoy vive bajo la condición de refugiado. "Mi historia es la historia de muchos jóvenes del mundo: no estamos donde tendríamos que estar ni vivimos donde decidimos vivir un día", comenta el aún joven africano.
La historia de David (nombre ficticio) es similar a de miles de personas que buscan cada año una nueva oportunidad jugándose la vida en el mar. Entró en una patera en España a través de Canarias después de atravesar Guinea Conakry, Gambia, Senegal y Mauritania.
Luchó con el Frente Revolucionario Unido con tan sólo once años. Aprovechó el asesinato del jefe de su grupo rebelde para escapar. En España fue acogido por la organización La Merced. Ha conseguido una segunda oportunudad en la vida tras obtener asilo.
La Coalición española para acabar con la utilización de niños y niñas soldado trabaja día a día para seguir sensibilizando a la población española frente a esta cruda realidad. Pese a que el trabajo de las autoridades es bueno no se debe bajar la guardia.
El Comité de los Derechos del Niño llamó la atención a España en 2007 por no tener datos oficiales sobre los niños solicitantes de asilo y refugio. A día de hoy estos datos siguen sin presentarse.