Los coffeeshops, sólo para socios holandeses

INFORMATIVOS TELECINCO 04/06/2011 00:00

Es el proyecto del gabinete de minorías conservador, que en el Parlamento cuenta con el respaldo de Geert Wilders, líder del partido islamófobo y populista de derechas PVV (Partido de la Libertad).

La medida sin duda provocará un descenso de la cantidad de turistas que visitan Holanda, según ha asumido el ministro de Justicia, Ivo Opstelten. Ahora, los extranjeros deberán "acudir en sus respectivos países a los mercados ilegales", ha indicado. La política se extenderá a las provincias del sur, Limburg, Noord Brabant y Zeeland hacia finales de año y en el resto del país el año próximo, dijo el portavoz. Algunas ciudades holandesas fronterizas, incluidas Maastricht y Terneuzen, han limitado ya la venta de marihuana a extranjeros.

Holanda se quiere sacar de encima la reputación como paraíso del porro. Es un objetivo del nuevo gobierno que asumió en octubre. Así se está impulsando la introducción en todo el país del 'carné del club', que en el lenguaje popular se denomina 'carné de marihuana'.

Con él, quien quiera consumir marihuana o hachís, si es mayor de edad y ciudadano holandés, podrá comprar un carné de miembro por al menos un año de un club de su elección. Los clubs sólo podrán tener 1.500 miembros.

Cuando ingrese al local, se controlará si el carné corresponde al documento y ambos a la persona que lo presenta. Un sistema electrónico interconectado debe evitar que alguien consiga varios 'carnés de marihuana', para de esta manera poder comprar más que los cinco gramos por día autorizados de productos derivados del cannabis.

"Para resolver la alteración del orden público y la criminalidad relacionadas con las cafeterías y el tráfico de drogas, la política de puertas abiertas de los cafés terminará", escribieron los ministros de Salud y Justicia en una carta enviada al Parlamento del país.

Cuando el ministro Opstelten anunció el año pasado la nueva norma, cosechó elogios en ciudades y municipios a lo largo de las fronteras holandesas. Hace años que la gente que vive allí se queja de las actitudes groseras que deben soportar de los consumidores de marihuana de Alemania y Bélgica.

En cambio, en Ámsterdam, los dueños de los cafés que venden marihuana alzaron su voz indignados, junto con el alcalde Eberhard van der Laan. Es un retroceso a los peores tiempos, vaticinó el socialdemócrata. "El café es un invento de Ámsterdam", dijo.

Si se cierran los cafés de marihuana para los cientos de miles de turistas extranjeros, "volveremos a tener pronto de nuevo los traficantes de drogas en las calles", ha advertido Van der Laan. Al igual que antes de 1976, no sólo venderían hachís y marihuana, sino también drogas más peligrosas.

El objetivo principal, asegura el gobierno, no es desalentar a los visitantes, sino luchar contra el crimen organizado. Éste se expandió en la zona gris de tolerancia alrededor de los cafés en los que está permitido consumir marihuana.

El último obstáculo cayó a fines del año pasado. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo dictaminó que prohibir la entrada de extranjeros a los clubes de drogas no viola el derecho europeo. El tribunal rechazó una demanda de los dueños de los 'coffeeshops' con el argumento de que restringir el acceso no es una forma de discriminación de ciudadanos de la Unión Europea, sino que "el objetivo de la lucha contra el turismo de drogas y los problemas que este trae consigo justifica esa medida".

El único consuelo para los viajeros en relación con el cannabis es que hay un período de gracia, que, dependiendo del lugar -ante todo en Ámsterdam- se puede extender durante mucho tiempo.

Gradualmente, hasta a más tardar a fines de 2012, los alrededor de 670 cafés que permiten el consumo de marihuana tienen que convertirse en clubes cerrados o directamente cerrar, lo que le parecería aún mejor al gobierno de La Haya.