Era parte del espectáculo. El desafío extremo para tener a la audiencia frente al televisor. Una fórmula mágica que ha funcionado durante 30 años ininterrumpidos de emisión de este programa alemán. Samuel, un estudiante suizo de 23 años, había apostado que podía saltar cinco coches de menor a mayor tamaño con unos zancos con muelles. Un objetivo que cumplió con destreza en el primer y tercer intento. No así en el segundo, evitó el coche en el último instante. Y acabó en tragedia en el cuarto salto, justo cuando aparecía el coche que conducía su padre.
El tremendo impacto contra el suelo lo deja inmóvil. En ese momento cunde el pánico en el plató y aparecen los servicios de emergencia, que trasladan al joven de inmediato al hospital. Allí ha pasado la noche en coma inducido, en estado crítico. De momento se le ha practicado con éxito una operación vital en su espina dorsal. Lejos del optimismo por mantenerlo con vida, los médicos no descartan que pueda tener daños neurológicos irreversibles.
Rozando la muerte
Una gravedad extrema que sacude a la opinión pública del país, que se plantea la necesidad de estos desafíos para mantener enganchada a la audiencia televisiva.
Lo mismo que sucedió hace cuatro meses en Finlandia. En este caso no fue en un programa, sino en un concurso de resistencia en una sauna retransmitido por televisión. Los dos finalistas se desvanecieron cuando llevaban seis minutos a 110 grados de temperatura. Uno de ellos, de 60 años, moriría poco después por las quemaduras.