"Desearía que hubiera muerto en un accidente", el relato de la madre que perdió a su hijo de 10 años a causa de un cáncer

Informativos Telecinco 14/08/2017 17:32

Sarah y Ben Pullen descubrieron que a su hijo le quedaban 18 meses de vida un día de verano, cuando, de repente, Silas olvidó su nombre. El pequeño pasó sus dos últimos años de vida recibiendo un intensivo tratamiento que no consiguió curarle de su cáncer. Silas murió después de las Navidades de 2014.

Con el fin de expresar su gran pérdida con palabras y contar la historia de un chico valiente y sonriente, Sarah ha querido documentar la desgarradora lucha de su familia en un libro, titulado "Un chico poderoso: el viaje de una madre a través de la pena". En el conmovedor relato, revela su reacción cuando el doctor les dio la noticia y las últimas palabras del pequeño Silas, según informa Mirror.

"Llega un momento en el que deseo que mi hijo se muera", cuenta Sarah. "Desearía que se hubiera muerto instantáneamente en un accidente de tráfico. ¿Puedes imaginarte lo que es desear que tu hijo se muera?”

"Es algo que jamás creí posible, hasta que un extraño con traje italiano y zapatos de cuero pulido me dijo que mi hijo de diez años iba a morir en cuestión de meses.”

"Que va a morir de una manera tortuosa que le va a robar su personalidad mucho antes de que, finalmente, su corazón deja de latir.", cuenta Sarah.

La pesadilla de esta familia comenzó un día de verano, cuando al pequeño Silas le empezó a doler la cabeza.

"Es agosto de 2012. El sol brilla. Silas está en la calle y desde hace un par de días tiene algunos dolores de cabeza", versa la madre en el libro.

"Queremos jugar al cricket en el jardín. Las sombras se alargan y decidimos irnos dentro. Silas entra en la cocina. '¿Qué es lo que quieres para cenar, cielo?', le digo.”

"No obtengo ninguna respuesta, por lo que repito la pregunta. Silas dice unas palabras ininteligibles” – 'I, I, I...'"

Sarah se dio cuenta de que algo no iba bien. El niño no podía pensar, ni siquiera se acordaba de su nombre. Unos días más tarde, los médicos le explicaron a Sarah que Silas tenía una "masa significativa" en su cerebro y que estaba gravemente enfermo.

Aunque los cirujanos lograron eliminar el 70% de esa masa, no fueron capaces de hacer lo mismo con el resto, que estaba demasiado cerca de sus nervios motores como para poder extirparla.

"Unos pocos días después, en la sala de juegos del hospital, nos dijeron que no había esperanza de vida para Silas y que con la aplicación del tratamiento a nuestro hijo le quedarían entre 12 y 18 meses de vida", cuenta Sarah.

"Mi mente está lejos, en un lugar oscuro y profundo. Ben y yo apenas podemos comunicarnos. Me alegro de tenerle a mi lado, no tengo la fuerza suficiente para pasar por esto sin él. La respuesta de Ben me hace daño, aunque sé que él no quiere herirme.”

"'Ojalá nunca nos hubiéramos conocido.' Como si el hecho de borrar nuestra historia juntos y trazar una vida diferente para cada uno de nosotros pudiera librarle de su agonía.”

La familia decidió entonces afrontar el futuro al lado de Silas y hacerlo más llevadero dándole un nombre a la masa oscura que habían visto en el monitor de aquel hospital. Silas eligió Bob, y así la llamaron.

A medida que pasaba el tiempo, la personalidad de Silas comenzó a desvanecerse. El pequeño dejó de ser capaz de caminar correctamente y su tono de voz no volvió a ser el mismo, aunque seguía mostrando mucho amor por su familia.

"Al irle a dormir nos llama constantemente para que le demos muchos besos", escribe Sarah.

"Le susurro al oído mientras duerme y le recuerdo cuánto le queremos su padre y yo. Él se da la vuelta sin despertarse y dice claramente: ‘Yo también, os quiero tanto…’”

El libro también recoge los últimos días de Silas y cuenta cómo su madre empezó a ver cómo su hijo se apagaba del todo mientras la familia ponía el árbol de navidad. Los padres decidieron entonces que el pequeño abandonara la quimioterapia, decisión apoyada también por los médicos.

Varios días después, Silas se encontraba en la cama de sus padres, quienes estaban haciéndole mimos. "’Te quiero, pequeño’,' dice Ben, besando sus mejillas. ‘Te quiero mucho, papá,' dice Silas. ‘¿Qué pasa con mamá? ¿No vas a decirle a mamá cuánto le amas?’ responde Ben, asintiendo con la cabeza en mi dirección.”

"Silas centra sus ojos en mi cara recostada sobre la almohada que tiene a su lado. ‘Yo realmente te amo, mamá.’"

"Sonrió. Esas fueron las últimas palabras que nos dijo. Simples y perfectas.", cuenta la madre en el libro.