La destrucción de infraestructuras dificulta la ayuda a los afectados por las inundaciones en Pakistán

AGENCIA EFE 04/08/2010 09:28

El principal río del país, el Indo, sigue desbordándose en nuevas zonas, ahora ya en la provincia suroriental de Sindh, donde hasta 40 localidades han quedado completamente inundadas en las últimas horas, explicó hoy a Efe un portavoz de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA), Ahmad Kamal.

Un destino similar les espera a otros siete distritos de esta región en las próximas horas.

"Estamos enfrentándonos a una situación muy crítica", describió Kamal, que agregó que los equipos de rescate están lanzando desde helicópteros chalecos salvavidas y barcas para evitar que aumente la cifra de víctimas mortales, situada según la NDMA en 993, aunque otras fuentes oficiales la elevan hasta 1.500.

Mientras las tareas de evacuación prosiguen con condiciones meteorológicas adversas en varias partes del país y pronósticos de más lluvias intensas, entre 3,5 y 4 millones de personas esperan asistencia, especialmente en las provincias de Khyber-Pakhtunkhwa (noroeste) y Punjab (este), dijo la fuente.

Pero la llegada de la ayuda a los afectados está encontrando numerosas complicaciones en un país subdesarrollado y carente de recursos ante las peores inundaciones en casi un siglo.

Con decenas de puentes derruidos, importantes carreteras bloqueadas y otra serie de infraestructuras gravemente dañadas, autoridades, Ejército y organismos humanitarios luchan contrarreloj.

En un comunicado, el mando militar informó de la reparación de unas pocas carreteras y puentes y del transporte de alimentos y medicinas en helicópteros.

Esta es la única manera de llegar a la población en muchos casos, de ahí que EEUU y Afganistán hayan prestado en total una decena de aparatos a Islamabad.

"Las prioridades de asistencia inmediata continúan siendo la provisión de comida, agua potable, tiendas y servicios médicos. Se necesita restaurar el acceso con la reparación de las vías y redes de comunicación dañadas", alertó la ONU en otro comunicado.

"La experiencia en Khyber-Pakhtunkhwa, Baluchistán y Punjab ha demostrado con claridad que, básicamente, las administraciones locales no tienen la preparación suficiente para tratar con un desastre de esta magnitud", criticó hoy en un editorial el rotativo "Dawn", el principal en lengua inglesa del país surasiático.

Según la prensa local, a la falta de preparación de las autoridades se unen disputas entre los Gobiernos central y provinciales como el de Punjab, con vistas a ganar puntos en un escenario de inestabilidad política donde no pueden descartarse unas elecciones anticipadas.

En declaraciones a Efe, el analista político paquistaní Cyril Almeida observó que "la escala de la tragedia es muy alta por lo que (su gestión) hubiera sido difícil para cualquier Administración", aunque subrayó que con un mejor sistema de alerta, "se podría haber reducido el impacto".

La fuente recordó que el noroeste, la zona más damnificada, partía ya de una posición vulnerable, con cientos de miles de desplazados por las operaciones del Ejército contra la insurgencia talibán desperdigados por el territorio.

Sin embargo, Almeida alabó la rápida respuesta de la comunidad internacional, que -según sus palabras- parece querer evitar que organizaciones extremistas religiosas aprovechen el momento para ganarse los corazones de la gente, algo que ya sucedió tras el terremoto en la región de Cachemira (nordeste) en 2005.

El primer ministro, Yusuf Razá Guilani, quien presidió hoy una reunión especial de su Gabinete, apeló de hecho a la comunidad internacional para que contribuya al éxito de un plan de asistencia masiva a la población, una vez haya bajado el nivel del agua y sean evaluados los daños.

Guilani logró hoy visitar algunas áreas catastróficas tras un intento fallido ayer, y anunció que sus ministros donarán un mes de su salario para un fondo de ayuda a los afectados.

También pidió que durante el mes sagrado del Ramadán no se celebren recepciones fastuosas de ruptura de ayuno en Pakistán, donde, en paralelo a la tragedia humanitaria, la violencia sigue su curso habitual.

En Peshawar, capital de Khyber-Pakhtunkhwa, un atentado suicida contra un vehículo de las fuerzas de seguridad causó al menos cinco muertos, incluido un alto mando de la Policía, según una fuente policial consultada por Efe.

Y la portuaria metrópoli de Karachi (sur), que no se ha visto afectada por las inundaciones, vive momentos de gran tensión por una nueva ola de violencia de tintes étnico-políticos, en la que han muerto al menos 60 personas desde el lunes.