Keith Burkett, de la ciudad de Stow (Ohio, Estados Unidos), fue diagnosticado con un cáncer que se extendió hasta su cerebro, hombro izquierdo, pelvis, hígado y parte inferior de la columna. A pesar de las previsiones de los médicos de que no viviría más de dos meses, el pequeño recibió cuidados paliativos desde su casa y luchó contra la enfermedad durante seis años.
Cuando su familia supo que Keith no podría superar el cáncer, decidieron que sus últimos días los dedicarían a hacer sus sueños realidad.
Los deseos del pequeño eran humildes, y, tras pasar una Navidad en familia, su madre, Taylore Woodard, decidió cumplir con su última voluntad: llevar a su madre al altar.
De forma precipitada y adelantándose a la fecha prevista, celebraron una gran boda en el salón de su casa para que Keith acompañara feliz a su madre y recorrieran el pasillo de su hogar juntos.
Woodard compartió las imágenes de la ceremonia en Facebook y, unos días después, el pequeño Keith murió. "Hoy a las 12:57, Keith se ganó sus alas de ángel y ahora está en paz, en el cielo con Dios. ¡Mamá ya te extraña mucho!", declaraba.