Según los datos de 2009, las guarderías españolas son, en general, seguras y de calidad. La mayoría de ellas disponen de planes de emergencia (aunque es rara la que ha realizado algún simulacro, según datos de Consumer Eroski, que hizo un estudio en 164 centros).
Tienen extintores, sistemas de alarma y luces y salidas de emergencia. Y es que, de otro modo, no podrían obtener sus licencias de actividad. El problema, según nos apunta Rubén Sánchez, portavoz de la organización de consumidores FACUA, es que hay guarderías que nacen al margen de la ley.
"Existen guarderías piratas que al no haber pasado los protocolos que te exigen para la apertura, pueden no estar cumpliendo la normativa de seguridad".
La ley también obliga a pasar una serie de inspecciones.
"Hay guarderías que a pesar de cumplir los protocolos de apertura no pasan las inspecciones periódicas que garantizan la seguridad", añade Rubén.
Lo que ya no es habitual es encontrar en las guarderías medidas de seguridad que no son obligatorias: casi ninguna cuenta con puertas cortafuego o sistemas de detección de gas o humo.
La norma la marcan las comunidades autónomas y la mayoría de las medidas de seguridad son fáciles de observar a simple vista: enchufes, radiadores e interruptores protegidos, pestillos de las puertas y ventanas a mayor altura para que no puedan ser alcanzados por los más pequeños, así como suelo antideslizante y de fácil limpieza. Elementos dirigidos a evitar riesgos para los niños. LA