Victoria no necesita imágenes. Todas están en su cabeza. ”Estábamos llegando a Santiago y ya cogía el teléfono para avisar a mi madre”, explica. En ese momento notó que el tren volcaba hacia la izquierda. ”Cerré los ojos y después cuando me desperté ya veía los asientos encima, las maletas” Y, a su alrededor, la desesperación: “Gente que pedía ayuda porque estaba aplastada por otras personas. Las escuchabas chillar”. Esta estudiante de Derecho de dieciocho años viajaba en el vagón número cinco. “Salir de allí. Yo quería salir de allí”, explica. De su vagón solo seis personas salieron con vida. “En la pierna derecha notaba presión y era un montón de gente que estaba allí ya muerta”. Con varias heridas y el brazo desgarrado esperó su rescate. “Estaba al lado de la ventana y veía la luz”. Por esa ventana la sacaron y, los propios vecinos, la ayudaron después. “Tuve mucha suerte, la verdad”. La suerte de poder contarlo. ”En la vida yo creo que se me va a olvidar eso”. Y la angustia de no poder olvidarlo.