"Queremos preservar una Cataluña en España, hermanada de tú a tú y sin aires de superioridad con el resto de los españoles. Una Cataluña en una España dentro de la Unión Europea, intentando contribuir a una fraternidad europea que lamentablemente no hemos tenido en varios episodios del siglo XX, e incluso antes", subrayan.
Entre los miembros de esta plataforma se encuentran el director de la cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano en la Universidad Ramón Llull, José Sols; el exvicepresidente del Tribunal Constitucional Eugeni Gay; el presidente de Justícia i Pau de Barcelona, Eudald Vendrell, y la traductora Julia Argemí.
Todos ellos defienden un Estado democrático y de Derecho basado en una división y equilibrio de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, con un gran marco político. "En nuestro caso --subrayan--, la Constitución Española, de la que, a su vez, emanan los diferentes Estatutos de Autonomía".
"Se puede debatir acerca de todo, siempre y cuando se respeten los derechos fundamentales y ese marco político, que puede ser reformado por el procedimiento que el mismo marco contempla, pero nunca por la simple imposición de un grupo sobre otro, tanto si ese grupo es minoritario como si es mayoritario", subrayan en su manifiesto.
Los firmantes de este documento se definen como "cristianos y cristianas que aman Cataluña", que quieren "construir puentes y no muros" así como "hablar en varios idiomas" sin que un idioma "pretenda desarrollarse en oposición a otro".
"Reconocemos y promovemos la diversidad cultural, pero no supuestas identidades culturales colectivas que lleven al enfrentamiento de unas contra otras y a una insana uniformización interna", añaden.
Además, consideran "aberrante" la "hispanofobia" pues, según precisan, "desde hace varias décadas se ha estado formando en Cataluña a sucesivas generaciones en la aversión a todo lo que sea español". "La hispanofobia --advierten-- se sitúa en el mismo estercolero del antisemitismo, del racismo, de la islamofobia o del clasismo".
Finalmente, avisan de que salirse de "este marco" y de "este espíritu de convivencia" significaría "regresar a nefastos períodos del pasado, donde los debates se acabaron zanjando con la fuerza de la violencia en guerras civiles, guerras de religión, guerras entre países o revoluciones sociales". "Eso, nunca más", enfatizan.