En la lectura del veredicto este miércoles, el jurado ha declarado al acusado culpable por unanimidad de dos delitos de asesinato con alevosía y ensañamiento y de delito de robo con violencia e intimidación.
El sujeto, que tenía 40 años cuando sucedieron los hechos, conocía a las víctimas por su relación con sus padres, también sordos y vecinos de la pareja. Fruto de esa relación de cercanía, en alguna ocasión ya les había pedido prestadas pequeñas cantidades, pero cuando el 25 de noviembre de 2015 ellos se negaron a darle el dinero el acusado les apuñaló hasta la muerte.
Al hombre, que había sufrido un infarto y tenía movilidad reducida, le acuchilló hasta en 43 ocasiones, aunque solo dos puñaladas fueron mortales. A la mujer, que padecía cáncer y se sometía a quimioterapia, la persiguió antes de que pudiese escapar del salón y le asestó un centenar de puñaladas, causándoles “un dolor y padecimiento innecesario”, según el jurado.
Tras el crimen, el acusado vendió en dos días distintos las joyas que se había llevado del dormitorio de la pareja, valoradas en unos 1.550 euros, y se gastó el dinero en máquinas tragaperras en Premià de Mar (Barcelona). En su declaración en el juicio, el hombre, que solo respondió a preguntas de su abogado, alegó que en aquella época era ludópata y que se llegó a gastar un total de 150.000 euros de sus padres. Además, explicó que se había separado de su mujer, sufría depresión, consumía regularmente alcohol y cocaína y llegó a intentar suicidarse en dos ocasiones.
Sin embargo, el jurado ha descartado que la ludopatía o el consumo de sustancias estupefacientes pudieran mermar sus facultades y ha constatado que los informes psiquiátricos no indican que no fuese consciente de sus actos.
Roban entre varios a un anciano en su quiosco y las redes se organizan para ayudarle y darle cariño