Los vecinos de Linares no dudaron en grabar la fuerza con la que el agua caía por las calles, que parecían auténticos ríos. “Cayó el diluvio universal” aseguraba un lugareño. Aparcamientos, supermercados y clínicas se llenaron de barro.
En algunas partes el agua alcanzó hasta un metro de altura. “Bajaba con muchas fuerza y entraba a las cocheras con mucha fuerza. Una impotencia por no poder hacer nada” decía un vecino. No es la primera vez que las aceras acaban cubiertas de barro, y las alcantarillas no dan abasto.