Según recoge el diario ‘Telegraph’, los niños avisaron a su padre de que “tenían una sorpresa para él, aunque seguramente no le gustaría”. Sin esperar, el padre de los tres menores fue hacia la casa de la madre donde se encontró una extraña situación: Ashley Nikole Weir estaba borracha y adormilada y los niños estaban en compañía del novio de la mujer y de su hermano, quien acababa de realizarles los tatuajes. Además, según después confirmó la policía, el hombre que había realizado los tatuajes a los menores tenía antecedentes por ser un delincuente sexual.
El mayor de los tres hermanos, de 13 años, tenía tatuada una cruz en la espalda, mientras que su hermana de 10 años, tenía un símbolo del infinito y su otra hermana de 9 años, un corazón atravesado con una flecha. Cuando la policía pidió la declaración de los niños, estos aseguraron que su madre los había incitado a hacerse el tatuaje y les pidió que “no llorasen ni se quejasen de que dolía”. Este hecho podría costarle una condena de tres años a la madre de los tres menores.