La maldición que un gaditano del siglo primero le echó a unos ladrones por robarle el edredón

  • Las placas con maldiciones eran frecuentes en el mundo antiguo

  • La diosa Isis era la destinataria de muchas pidiendo venganza por los delitos sufridos

  • Se escribían en plomo, y muchas se han perdido al ser un metal que se reciclaba

Situémonos en la Baelo Claudia del siglo primero. La ciudad, situada en la costa de Cádiz, fundada dos siglos antes de nuestra era, vive su momento de máximo esplendor. Las salazones y la fabricación de garum, una salsa de pescado, llenan de actividad y riqueza este enclave en el actual estrecho de Gibraltar. El clima es bueno, pero aún así, los inviernos son más frescos, y hace falta un cobertor de cama para sobrellevar las noches. Uno de sus ciudadanos no podrá hacerlo. Se lo han robado. Así que coge una tablilla de plomo y se pone a escribir.

"ISIS MVROMEN / TIBI CONMENDO / FURTV (M) MEV (M) MI FAC..."

"ISIS, TE CONFÍO EL ROBO DEL QUE HE SIDO VÍCTIMA..."

Es el comienzo de una placa votiva, que dos mil años después será descubierta en los restos del templo dedicado a esa deidad egipcia en Baelo Claudia.

"Haz de manera que quites la vida a la vista de todos a aquellos que me han robado"

"El culto a Isis fue un culto bastante importante en la Bética", explica Juan Ignacio Vallejo, director del Museo de Cádiz. "Y a Isis, entre otras cosas, se le pedía protección contra este tipo de sucesos. La diosa tenía fama de resolver este tipo de problemas. No se trataba tanto de que encontrase a los ladrones, como de que arrojase sobre ellos todos los males del infierno".

Para encontrarlos, si es que en este caso fue posible, ya estaban los primeros policías de la historia, los `urbaniciani´, encargados del orden público, aunque no hay constancia de que el cuerpo existiese en Baelo Claudia.

"Eran los que se encargaban de este tipo de cuestiones", aclara Vallejo, "De la protección de los edificios y las personas y, en un momento dado de la investigación de los delitos, que no sabemos hasta qué punto llegaba en este tipo de problemas".

Problemas que, para nuestro ciudadano, debieron ser graves, pues además del cobertor le desapareció un cubrecamas y dos colchas. Su ira quedo plasmada en esta maldición romana que lleva sobre la tierra dos milenios.

"ISIS, TE CONFÍO EL ROBO DEL QUE HE SIDO VÍCTIMA, ACOMETE POR MI LAS ACCIONES EJEMPLARES CONFORMES A TU DIVINIDAD FUERA DE TODA DUDA Y A TU MAJESTAD, (HAZ) DE MANERA QUE QUITES LA VIDA A LA VISTA DE TODOS A AQUELLOS QUE LO HAN HECHO, ME HAN ROBADO, O A SUS HEREDEROS, UN COBERTOR DE CAMA BLANCO, UN CUBRECAMAS NUEVO, DOS COLCHAS PARA MI PROPIO USO; TE LO RUEGO, OH MI SOBERANA, CASTIGA ESTE ROBO".

"No es un caso único, hay otros ejemplos de maldiciones de este tipo" cuenta el director del Museo de Cádiz. "Se utilizaban con frecuencia en el mundo antiguo".

Pero a pesar de su frecuencia no son muchas las que han llegado hasta nosotros. Se escribían en plomo, un metal que a menudo se reciclaba. Se escribían también a toda prisa, arañando el metal con un objeto punzante, por lo que su lectura no es fácil.

"No es un caso único, hay otros ejemplos de maldiciones de este tipo. Se utilizaban con frecuencia en el mundo antiguo".

"Muchas veces hace falta usar técnicas especiales para poder leer lo que pone", señala Vallejo. "Además están escritas a vuelapluma. Para entenderlas hay que tener experiencia en este tipo de documentos".

No sabemos si nuestro ciudadano recuperó su ropa de cama, si los ladrones fueron descubiertos, pero la maldición ahí sigue. Dos mil años después puede que, sin saberlo, algún lejano heredero de los cacos tenga motivos para preocuparse por lo que le prepara la diosa Isis.