Mariano Urraco, sociólogo: "Hay un malestar entre los jóvenes más allá del encarcelamiento de un rapero"

  • El experto cree que la incertidumbre y precariedad de muchos jóvenes "pueden derivar en situaciones conflictivas a futuro"

  • Urraco considera que hay una "generación descreída" tras las crisis, la corrupción política y hasta el desprestigio de la Corona

El encarcelamiento del rapero Pablo Hasél ha provocado esta semana una ola de protestas en varias ciudades del país, así como disturbios, choques con la policía y hasta una nueva crisis en el Gobierno de coalición. En medio de eso y más allá de los episodios violentos, las manifestaciones han tenido a muchos jóvenes como protagonistas. Para el sociólogo Mariano Urraco, profesor en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), es posible que estas ilustren un malestar más profundo sobre su sitio y proyección en la sociedad, aunque también de las promesas no cumplidas: el ascensor social de España está muy roto.

Urraco, que es doctor en sociología y este año publicará "Un saco de niños zaleados: precariedad laboral y precariedad vital de la generación de la crisis en Extremadura", cree que hay una "generación descreída" tras las sucesivas crisis, los escándalos de corrupción política y el desprestigio de la Corona, y se pregunta hasta qué punto puede ser sostenible la precariedad entre tantos jóvenes.

Pregunta: ¿Las protestas de esta semana son el síntoma de un malestar más profundo entre los jóvenes?

Respuesta: Evidentemente existe, hay un trasfondo de malestar que pueden tener este tipo de brotes. No concretamente con esto, con el encarcelamiento de un rapero en particular, pero sí que puede acabar derivando en situaciones conflictivas a futuro. Más allá de eso, hay que tener en cuenta que la juventud es muy amplia y, sobre todo, muy diversa. Es decir, que hablar siempre de los jóvenes nos genera el problema de que metemos en el mismo saco a gente que en realidad tiene muy poco que ver al margen de su edad biológica.

Pregunta: ¿Es una noción particularmente difícil de abordar?

Respuesta: La noción de generación resulta muy problemática, porque en el habla cotidiana se maneja con mucha ligereza. Y entonces se habla de generaciones y se engloba a todos los jóvenes en la misma. Ese es un poco el problema que tenemos los sociólogos al hablar de una noción que siempre tiene el "cartelito" de manejarse con precaución. Realmente no cabe hablar de una única juventud, sino de distintos grupos dentro de una juventud biológica. Es decir, tiene muy poco que ver el hijo de un banquero con el de un albañil, por mucho que nazcan el mismo día.

Pregunta: Sin embargo, con una tasa de paro que el año pasado cerró en 40% para los menores de 25 años, ¿sí que es posible hablar de un mayor impacto de la crisis entre los más jóvenes?

Respuesta: Sí, desde luego, más allá de hacer el matiz y de hablar de la juventud como suma de juventudes, con la juventud en su conjunto la situación ha empeorado muchísimo. Pensando en la transición o en los últimos años del franquismo, en las perspectivas que tenían aquellos jóvenes con respecto a las que tienen ahora, las crisis se ceban o tienen más efecto en los grupos más vulnerables. En este caso, los jóvenes son un grupo vulnerable por la posición que ocupan, que cuando empieza una crisis están fuera del mercado o entrando todavía en posiciones precarias. Entonces son los primeros que se van afuera. Y eso, evidentemente, se repite en cada crisis.

Pregunta: ¿Qué tan roto está el ascensor social en España?

Respuesta: Hay una metáfora muy bonita que utiliza un sociólogo, Ulrich Beck, que dice que en la época anterior los jóvenes se montaban en un tren. Te montabas en un vagón u otro en función de los estudios que habías cursado. Y ese vagón te llevaba de forma tranquila, digamos sin tener que hacer nada, hasta la estación de la jubilación. A día de hoy ya no circula ese tren. Ahora los jóvenes se montan en un coche, buscan ellos la ruta, a ver si llegan, se pierden, acaban en un atasco, etc.

Esa metáfora me gusta mucho porque es muy gráfica y tiene mucho que ver con lo que es nuestra sociedad. Antes estaba todo mucho más pautado, era todo mucho más directo. Esa estabilidad se ha perdido y ahora tenemos una incertidumbre que hace que ese ascensor social esté roto. Y realmente no sabes dónde vas a acabar. Por mucho que estudies, esa incertidumbre genera mucha ansiedad en los jóvenes y eso sirve como caldo de cultivo para cualquier tipo de brote o situación que pueda acabar desencadenando un conflicto en el futuro.

Pregunta: Los sucesivos escándalos de corrupción de la clase política, las revelaciones sobre la Corona en los últimos años, ¿todo ello ha impactado en esa generación más joven?

Respuesta: Sí, yo creo que muchas veces damos por hecho u obviamos la importancia que tiene la confianza para el buen funcionamiento de una sociedad. Es decir, la gente sigue un camino prescrito o hace caso a las instrucciones que te pueden ir dando tus mayores, cuando confías. Y aquí es importante cuando confías que el futuro, las promesas que te han hecho, se van a cumplir. Cuando se dejan de cumplir esas promesas, ahí se genera una situación que es bastante complicada de gestionar. Eso sucede con los escándalos o la corrupción: la gente deja de sentir ese vínculo con el conjunto de la sociedad.

Esto, claro, provoca al final esa desconfianza que les lleva a dejar de dar credibilidad a lo que reciben. Y una vez que se quiebra la confianza, ya sea en la Casa Real, ya sea en tal o en cual partido, ya sea en un portavoz político, es muy difícil de recuperar.

Pregunta: Y esto es crítico entre los más jóvenes...

Respuesta: Se produce una generación descreída, es decir, que no confía en lo que le dicen porque ven que lo que le dicen son realmente promesas vacías. A la generación de la crisis de 2008 le pasó eso. Le dijeron que tenía que estudiar y formarse. Luego estudió, se formó y acabó en el extranjero. Entonces, los que vienen después se dan cuenta porque han tenido hermanos mayores o han visto a los que se han ido antes, que han hecho mucho y han obtenido poco. Y si ahora te dice el ministro que tienes que hacer esto o aquello, pues no te lo crees.

Pregunta: Se trata, además, de un país en el que siguen decidiendo los mayores...

Respuesta: Yo más que hablar de un país donde deciden los mayores, que desde luego, diría también que hay que entender el contexto demográfico: los votos están más en los jubilados que en los estudiantes. Entonces los partidos se movilizan más para los mayores que para los jóvenes. Yo diría que los mayores son el objeto para quien se toman las decisiones. Nadie piensa en los precarios, en los estudiantes. Los sindicatos normalmente piensan mucho más en los trabajadores que llevan 30 años, que en los que aún no han entrado al mercado.

Y eso al final hace que los grupos vulnerables generen todo un desapego respecto a sindicatos, a partidos, porque entienden que les marginan.

Pregunta: ¿Habría que ir construyendo un país que los incluya?

Respuesta: Sí, justamente. O sea, esto es como la película: definitivamente no es país para jóvenes, porque la perspectiva de futuro aquí es complicada y escasa para un joven. Te esfuerzas y tu recompensa te puede llegar a los 40 años. Entonces has sacrificado una etapa de tu vida que te dicen que es la mejor, la publicidad se pasa todo el tiempo insistiendo en lo bueno que es ser joven. La realidad es la vida cotidiana es después muy precaria y acabas dependiendo de tus padres durante muchísimos años.

¿Hasta qué punto eso va a ser sostenible a largo plazo? Ahora mismo hay muchos jóvenes que viven de sus padres y de la estabilidad de sus padres, pero cuando estos jóvenes no lleguen a ser estables como sus padres, será difícil para sus hijos. Entonces, a largo plazo la situación es complicada y eso habría que ir atendiéndolo y corrigiéndolo sobre los jóvenes de hoy, no sobre los mayores de mañana.