Toda la vida de Rosario Planas se acumula en los cinco metros cuadrados de un trastero, un espacio mínimo pero con mucha dignidad, en el que cada día se arregla para salir a buscar comida o para seguir solicitando una vivienda pública.
Su situación es tan desesperada que desde hace dos meses vive en un trastero de Valencia con su hijo discapacitado. A sus 66 años, fue desahuciada en octubre y asegura que los Servicios Sociales le han denegado todo tipo de ayudas. De momento, solo puede permitirse estos cinco metros cuadrados por cincuenta euros al mes.
La ropa apilada apenas deja espacio para más. Son solo cinco metros cuadrados. Rosario y su hijo duermen en el pasillo. Se levantan a primera hora. A él le atienden en un centro mientras ella deambula por el barrio hasta que llega la hora de ir a por comida a un comedor social.
Ha buscado ayuda desesperadamente, sin éxito y dice estar harta de los ser vicios sociales que no le ayudan. Ella y su hijo cobran una pequeña pensión, que no alcanza para pagar un alquiler, ni el aval que piden o la fianza.
Con un poco de suerte no tendrán que seguir aquí por mucho tiempo. Al conocer el caso varias personas le han ofrecido una habitación.