Por muchas nociones que la tripulación a bordo de un avión pueda recibir al respecto de una situación de emergencia relacionada con un parto, uno nunca espera que llegue el día de ponerlo en práctica en pleno vuelo. Sin embargo, como recoge el medio RT, eso fue lo que pasó. Así lo afirma Tatiana Yúrieva, una de las azafatas del vuelo que cubría el recorrido desde Osh, en Kirguistán, hasta Ekaterimburgo, en Rusia, con la aerolínea rusa ‘Ural Airlines’.
Precisamente, –y por suerte–, Yurieva trabajó como médica antes de convertirse en azafata, por lo que su papel a la hora de asistir al alumbramiento del bebé fue clave entre todos sus compañeros y los pasajeros, que también se ofrecieron a prestar ayuda.
Todo empezó “a 7.000 metros de altitud”. Fue entonces cuando la madre del ya recién nacido empezó a quejarse de unos dolores que terminaron en el nacimiento prematuro de su niño a los 7 meses de gestación.
Pese a las difíciles circunstancias, todo salió bien, y tanto el pequeño como la madre fueron trasladados a un centro médico nada más aterrizar en el punto de origen, Osh, donde se vieron obligados a regresar.