Una dieta basada en las plantas, no ir en avión, vivir sin coche y en familias pequeñas, medidas contra la huella de CO2

EUROPA PRESS 12/07/2017 01:02

Las cuatro acciones que más disminuyen sustancialmente la huella de carbono de un individuo son: comer una dieta basada en plantas, evitar viajes aéreos, vivir sin automóviles y tener familias más pequeñas, apuntan los autores de este trabajo en un artículo que se publica en la revista 'Environmental Research Letters'.

La investigación analizó 39 documentos revisados por pares, calculadoras de carbono e informes gubernamentales para calcular el potencial de una gama de opciones de estilo de vida individuales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Este análisis exhaustivo identifica las acciones que los individuos podrían tomar que tendrán el mayor impacto en la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

VIVIR SIN COCHE, EQUIVALENTE A 2,4 TONELADAS DE CO2 MENOS

El autor principal, Seth Wynes, afirma: "Hay muchos factores que afectan al impacto climático de las elecciones personales, pero analizar todos estos estudios lado a lado nos da confianza que hemos identificado las acciones que marcan una gran diferencia. Para dar un paso adelante en el clima, es necesario saber cómo nuestras acciones pueden tener el mayor impacto posible. Esta investigación trata de ayudar a la gente a tomar decisiones con más información".

"Hemos descubierto que hay cuatro acciones que podrían resultar en disminuciones sustanciales en la huella de carbono de un individuo: comer una dieta basada en vegetales, evitar viajes aéreos, vivir sin coche y tener familias más pequeñas.

Por ejemplo, vivir sin coche ahorra cerca de 2,4 toneladas de CO2 equivalente al año, mientras que comer una dieta basada en las plantas ahorra 0,8 toneladas de CO2 equivalente al año".

"Por lo tanto, estas acciones tienen mucho más potencial para reducir las emisiones que las estrategias comúnmente promovidas, como el reciclaje integral (que es cuatro veces menos eficaz que una dieta basada en las plantas) o el cambio de bombillas domésticas (ocho veces menos eficaz)", detalla.

Los investigadores también encontraron que ni los manuales escolares canadienses ni los recursos gubernamentales de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Australia ponen de relieve estas acciones, centrándose en su lugar en los cambios graduales con un potencial mucho menor de reducir las emisiones.

La coautora del estudio, Kimberly Nicholas, concluye: "Reconocemos que estas son opciones profundamente personales, pero no podemos ignorar el efecto climático que realmente tiene nuestro estilo de vida. Personalmente, he encontrado muy positivo hacer muchos de estos cambios. Es especialmente importante para los jóvenes que establecen patrones de por vida para ser conscientes de qué opciones tienen el mayor impacto. Esperamos que esta información desate un debate y dé poder a los individuos".