Los problemas medioambientales de la sal viaria

ANDRÉS VILLENA OLIVER 12/03/2010 17:13

Las frecuentes y copiosas nevadas caídas durante este invierno en España han generalizado y ampliado el uso de la sal en los entornos naturales y urbanos. Las autoridades, para evitar colapsos circulatorios, han procedido a generosos vertidos de sal gruesa en carreteras, autopistas e incluso en aceras. Una tarea en general efectiva pero que ha olvidado un importante detalle: este generoso uso de la sal no está exento de perjuicios para el entorno. Al menos esto ha concluido el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, que ha accedido a la petición de Los Verdes Asturias para proceder a un estudio de los daños provocados por estos vertidos en diferentes suelos y superficies.

Enrique Menéndez es asesor del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Los Verdes en Asturias y ha conducido el proceso que ha llevado al Ministerio a aceptar esta evaluación. Para Menéndez, los perjuicios son múltiples: "En el entorno urbano, esta sal acaba por corroer los edificios ya que disuelve superficies de piedra, así como los elementos metálicos. Además, reduce la vida útil de un pavimento a la mitad, por lo que podemos estar hablando de pavimentos que llegan a durar en determinadas zonas solo cinco años".

Las zonas del norte, las más expuestas a los vertidos

El impacto de la sal sobre el entorno no es uniforme en todo el territorio español. No hay que olvidar que las nevadas son moneda común durante casi todo el invierno en las zonas más frías, como pueden ser las carreteras y autopistas de la zona montañosa de Asturias, así como las que circulan por los Pirineos. Es en estas áreas donde el uso de la sal es más frecuente y donde, por tanto, sus efectos perjudiciales más se hacen notar.

Menéndez sintetiza estos efectos: “Algunos estudios estiman que la sal vertida, por ejemplo, en una autopista, acaba afectando claramente a los elementos que se encuentran dentro de un radio de cien metros alrededor". Esta sal termina por afectar definitivamente a los árboles, a todo tipo de plantas, animales, insectos y sobre todo anfibios, que viven en las zonas húmedas en las que va a parar el agua una vez que esta se ha descongelado. También quedan afectados los cauces que recogen el deshielo procedente de estas carreteras".

Esta agua viene cargada fuertemente de sal, lo que "afecta al intercambio de líquidos y sales minerales por parte de las plantas y de los árboles que se encuentran en el radio mencionado, y que acaban secándose”. Además, “el suelo pierde su capacidad productiva desde un punto de vista biológico y agrícola". No olvidemos, y esto resulta tremendamente ilustrativo, que "antiguamente la sal se empleaba para dejar estériles las tierras de labor de los pueblos enemigos, es decir, para arruinar las cosechas ajenas". Todo un peligro si cae en malas manos, o si es utilizado por autoridades poco concienciadas.

¿Qué alternativas hay al uso de la sal viaria?

Evitar la formación de placas de hielo sin utilizar en exceso la sal es una práctica que ya se lleva a cabo en países como Alemania, donde un partido ecologista, Los Verdes de Joshka Fischer, formó parte de la coalición gubernamental de Gerhard Schroeder hasta 2005. Según Enrique Menéndez, "en Alemania y en otros países europeos se utiliza, en lugar de la sal, cuyo uso está prohibido, acetato sódico y también urea. Estos componentes producen el mismo efecto que la sal y sin embargo son asimilados por el medio ambiente sin problema alguno. El inconveniente es que su coste es más elevado".

Con la llegada de la primavera, los frentes nubosos y las bajadas de las temperaturas serán menores y menos frecuentes. No obstante, la iniciativa aceptada por Medio Ambiente e impulsada exitosamente por Los Verdes Asturias podría llevar a pautas de uso distintas en los próximos años. Los ecologistas seguirán atentos al comportamiento de los poderes públicos que, de querer ser eficientes, tendrán que prestar cada vez más atención a estos tipos de demandas: el respeto al medio ambiente empieza a ser compatible con la eficiencia económica y la reducción de costes. Nos quedan muchos inviernos.