“Perdí mi trabajo de profesora por haber trabajado de prostituta”

INFORMATIVOS TELECINCO 31/03/2012 13:52

En ese artículo, describía su estilo de vida como prostituta como “físicamente exigente, emocionalmente extenuante y espiritualmente destructiva”. En el artículo recalcaba que esperaba “no tener que volver a tener que elegir vender sexo por dinero incluso cuando arriesgo mi trabajo actual y posición social al hablar de mi derecho individual a hacerlo”. Ese riesgo ha resultado más real de lo que ella creía, recalca The Guardian.

Melissa explica que empezó en la industria del sexo como stripper y luego como ‘call girl'. Una década después, esa experiencia le sirvió para realizar una investigación etnográfica sobre la industria del sexo y escribirlo en primera persona. “Desde el principio, escribir y hablar sobre mi experiencia era una forma de darle sentido a esa profesión”, señala.

Durante años, el trabajo sexual fue una solución. Podía trabajar y estudiar. Podía viajar alrededor del mundo, participar en becas y prácticas no remuneradas como parte de su experiencia antes de licenciarse. Como estudiante, trabajó en dos casas de mujeres afectadas por la violencia doméstica y como consultora de crisis tras violaciones. Trabajó, además, para una ONG en Londres con proyectos de salud para mujeres somalíes y para otra ONG en Nueva York que trabajaba con chicas desfavorecidas. También trabajó como consultora para una organización feminista mientras trabajaba, además, como asistente de investigación en el departamento pediátrico de un hospital público. Durante este período, Melissa confiesa que se prostituyó.

Habitualmente, se cree que las trabajadoras sexuales son aquellas que no pueden dedicarse a otra cosa, señala Melissa. Se las asocia con la droga, enfermedad mental, enfermedades y llamarlas “prostitutas” es lo más bajo. “A nadie le importa la realidad de nuestra experiencia. Se nos considera víctimas e inherentemente dañadas antes o como consecuencia de nuestra profesión. Las trabajadoras sexuales son consideradas un peligro para la sociedad, incapaces de un servicio público serio. Lo peor de todo: una vez trabajadora sexual, siempre una puta”.

En 2007, Melissa dejó de trabajar como prostituta y estudió un segundo Master en Educación infantil. Se convirtió en profesora y trabajaba en una escuela del sur del Bronx en Nueva York. Al mismo tiempo, seguía escribiendo y publicando historias y artículos sobre su antigua ocupación. “Escribo sin pseudónimo o pedir perdón, sintiendo que tengo el derecho constitucional y humano a no esconder mi identidad o suprimir mi opinión”.

Tras publicar un artículo en The Huffington Post, un día se levantó con un titular de The New York Post sobre ella: “Profesora del Bronx admite: Soy una exprostituta”. Melissa considera que fue “ridiculizada en la prensa nacional” y obligada a renunciar a su trabajo y la carrera que quiere.

“He tenido muchos trabajos en mi vida”, explica. “La profesión que preocupa a algunos potenciales empleadores no es lo que resume mi vida. Sí, fui prostituta antes de ser profesora. ¿Y qué? La verdad es que no soy la única. La verdad es que hay mucha gente como yo, que elige o ha elegido ser trabajadora sexual en unas circunstancias que le han forzado a ello, circunstancias más complicadas que un proxeneta. Mis así llamados defensores les dirán que no existimos. Estoy aquí para hacerles saber que sí existimos”.