Desde primera hora de la mañana hay múltiples colas para cumplir con la tradición de comer la famosa coca de San Juan. Un dulce en ocasiones de crema, con trozos de fruta caramelizada o de chicharrones.
Solo en Barcelona se venderán hasta 900.000 cocas y en algunas pastelerías han tenido que trabajar la noche anterior sin descanso para poder abastecer a la enorme clientela que les aguarda hoy. Llegando a producir incluso 2.000 en una sola pastelería, han tenido que establecer turnos para tratar de organizarse y hacer frente a la demanda.
Además de dulce, San Juan es también una fiesta ruidosa, y por ello también en numerosas tiendas se aprovecha su tirón para vender los petardos que estallarán por la noche. Hay para todas las edades. Ruidosos para los adultos y menos potentes para los niños.
Y en el mediterráneo, la fiesta no se completa sin las hogueras. Una fiesta que da, un año más, la bienvenida al verano.