Colas desde primera hora de la mañana para cumplir con la tradición de la coca de San Juan. "Llevamos media hora y mira qué cola", dice una señora, y no es la única. En Barcelona se venderán 900.000 cocas.
Sólo en esta pastelería han hecho más de 2.000 y llevan toda noche trabajando sin descanso. "Un turno ha entrado a la una y otro a las cuatro de la mañana", dice la pastelera. El resultado son estos dulces. De crema, con trozos de fruta caramelizada o de chicharrones. Además de dulce, San Juan es también una fiesta ruidosa.
En tiendas como esta venden los petardos que estallarán por la noche. Hay para todas las edades. Ruidosos para los adultos y menos potentes para los niños. Y en el mediterráneo, la fiesta no se completa sin las hogueras. Una fiesta que da, un año más, la bienvenida al verano.