El jefe torturador jemer escucha impasible los relatos del tormento sufrido por sus víctimas

AGENCIA EFE 30/06/2009 12:42

Desde un lado de la sala, Kaing Guek Eav, conocido por "Duch", no pudo evitar fijar su mirada sobre Chum Mey cuando éste describía ante los jueces las torturas que padeció en los interrogatorios a los que fue sometido tras ser detenido y encarcelado en el centro de Tuol Sleng.

"Me arrancaron las uñas de los dedos de los pies y me electrocutaron con descargas eléctricas", relató el testigo en la vista del juicio contra Duch, acusado de crímenes de guerra y contra la Humanidad, torturas y asesinato premeditado.

Chum Mey, un ex mecánico de 79 años, contó que después de ser fotografiado, desnudado y encadenado, fue conducido con los ojos vendados a un ala del edificio del centro para ser torturado e interrogado a diario durante doce días consecutivos.

"Me pedían que dijera la verdad, que cuántos de nosotros se habían unido al KGB y a la CIA", recordó.

Como Chum Mey, miles de víctimas de las purgas llevadas a cabo por el Jemer Rojo durante los casi cuatro años que duró su régimen, de abril de 1975 a enero de 1979, fueron torturados hasta confesar que eran miembros de la CIA estadounidense o de la KGB soviética, dos agencias de espionaje de las que hasta entonces muchas de las víctimas ni siquiera habían oído hablar.

"Confesé que me había unido a la CIA y al KGB, pero era mentira. Lo dije porque fui duramente golpeado", apuntó el testigo.

Al menos 14.000 personas, incluidas varias occidentales, pasaron por Tuol Sleng, una antigua escuela convertida en prisión, antes de ser ejecutadas en el campo de exterminio de Choung Ek, situado a las afueras de Phnom Penh, la capital.

Las víctimas de Tuol Sleng, al que eran enviados los detenidos por la policía política, figuran entre las 1,7 millones de personas que murieron durante el régimen del Jemer Rojo a causa de la hambruna, las enfermedades o raíz de las purgas ordenadas por los máximos dirigentes de la organización radical.

Chum Mey, que salvó la vida porque los torturadores precisaron de sus conocimientos de mecánica para reparar las motocicletas, los coches y hasta las máquinas de escribir que empleaban para redactar los informes de los interrogatorios, recordó también cómo imploró por su vida durante las sesiones de tortura que siguieron a su detención al sospechar que era un espía, a principios de 1975.

"Cuando me torturaban dejé de sentirme un ser humano. Me sentía como un animal", dijo el testigo, el segundo superviviente en declarar ante el tribunal auspiciado por Naciones Unidas.

El testimonio de Chum Mey, uno de los cerca de 15 presos que no fueron ejecutados por realizar diferentes trabajos de mantenimiento en Tuol Sleng, siguió al de Van Nath, quien habló ayer de su experiencia en el centro de torturas.

Van Nath, de 63 años, el pintor que inmortalizó los horrores vividos en Tuol Sleng en varios cuadros que forman parte de la colección del museo del genocidio, explicó que en cada celda se amontonaban de 20 a 30 presos encadenados, y que la comida diaria consistía en tres cucharas de harina cocida, que complementaba con los insectos que atrapaba.

"Perdí toda mi dignidad. A los animales les daban más comida que a nosotros", dijo Van Nath.

De ser declarado culpable de los delitos que se le imputan, Duch, de 66 años, puede ser condenado a la pena máxima de cadena perpetua.

Duch es el funcionario de menor rango que está siendo juzgado. Todavía deben comparecer Khieu Samphan, ex jefe del Estado; Nuon Chea, el "hermano número dos" e ideólogo del Jemer Rojo; Ieng Sary, ex ministro de Exteriores, y su esposa Ieng Thirit, ex titular de Asuntos Sociales.

Pol Pot, el "hermano número uno" y máximo dirigente del la organización radical, falleció en la jungla camboyana en 1998.