Turismo rojo en Shaoshan, el pueblo de Mao

Esperanza Calvo (Pekín) / Informativos Telecinco 11/05/2013 17:32

20.000 turistas al día, es decir, 8 millones al año, guardan una larga cola para visitar la casa natal de Mao Zedong, en Shaoshan, un pequeño pueblo de la provincia de Hunan, al sur de China. Cuando se les pregunta por el camarada, los turistas rojos recitan lo que han aprendido en los libros de texto desde niños. “Mao sacrificó a sus propios hijos por nuestro futuro, ha escrito una nueva página en la historia de China y el mundo” dice una turista que ha viajado con toda su familia para rendir honores al Gran Timonel. Sus palas de pingpong y otros 800 objetos personales se exponen en el Museo del Pueblo, incluido su bañador o un camisón remendado. “Lo usó durante 20 años. Cuando se rompía, Mao lo mandaba remendar. En total tiene 73 remiendos” dice la guía, mientras continúa explicando todas sus virtudes y ninguno de sus crímenes. Según algunas biografías, Mao fue responsable de la muerte de más de 70 millones de personas durante las hambrunas provocadas por el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural. A pesar de que el Partido Comunista Chino dijo que su obra “tuvo un 70% de bueno y un 30% de malo” es difícil encontrar entre sus defensores a alguien que se atreva a criticarlo abiertamente. Mao predicó la igualdad y la lucha contra la propiedad privada por eso no ha sentado muy bien en China que su nieta aparezca en la lista de los 500 millonarios más ricos del país. Los más críticos con esta actitud se desahogan por Internet. También los que no comparten que el culto a su figura haya convertido al símbolo del comunismo chino en un souvenirs que se vende y se fabrica en serie. Una de las más prósperas empresas de Shaoshan es la que elabora todos los bustos de Mao donde trabajan 300 personas. “Ésta, la más grande, cuesta 580.000 yuanes” es decir, unos 70.000 euros explica el dueño. Todas las figuras son de bronce y se pueden encargar hasta de 8 metros. Su principal cliente es el gobierno, pero no sólo venden en China. Exportan a Mao a países de todo el mundo, principalmente, claro está, a Corea del Norte y a Cuba.