Llevaba desaparecida casi ocho meses. Lilia Botusheva se marchó de la casa que compartía con sus padres y su hermano el 8 de junio y desde entonces no habían tenido ninguna noticia de ella. Fue entonces cuando sus familiares comenzaron una campaña de búsqueda a través de las redes sociales para intentar conseguir alguna pista del paradero de la joven.
A los pocos meses, la policía de Bélgica recibió una llamada en la que se confirmaba que la desaparecida se encontraba en la ciudad alemana de Erfurt junto a un hombre de unos 30 años. Cuando la joven y su pareja averiguaron que habían sido localizados por los agentes de seguridad y por los familiares de ella, decidieron alquilar un coche que condujeron hasta el sureste de Europa.
En este viaje, los policías encargados del caso le perdieron el rastro a la pareja hasta el día 31 de diciembre de 2017 que se dio con el paradero de los desaparecidos. Fue el último día del año cuando se encontraron los cadáveres de Lilia Botusheva y de su novio en la isla griega de Cefalonia.
Según apuntan diferentes medios como el Daily Mail o Infobae, la pareja había viajado hasta esta localidad paradisíaca donde alquilaron una casa para disfrutar de sus días de descanso. El mismo dueño de la vivienda fue el que se acercó hasta el domicilio al no recibir noticia alguna de ellos durante los días anteriores. Cuando el casero encontró los cuerpos sin vida de la belga y su pareja llamó a la policía griega para que se hiciesen cargo del caso.
Cuando los agentes se personaron en la vivienda vieron las extrañas circunstancias en las que se encontraban los cadáveres. Daily Mail afirma que el cuerpo de Lilia Botusheva se encontraba atravesado por una espada y el de su acompañante se ubicaba en la bañera de la casa con signos de apuñalamiento. Además, los policías rastrearon la escena y encontraron varias velas y documentos satánicos que vinculan las muertes con rituales sectarios.