Dos tontos todavía más tontos: El poder de la nostalgia

EUROPA PRESS - Israel Arias 14/11/2014 17:34

Han pasado dos décadas, pero ellos no mejoran. Lloyd y Harry, Harry y Lloyd siguen tal y como eran en aquel 1994, con más arrugas y más kilos, pero el mismo sentido común, es decir... ninguno. Su nueva aventura llevará a estos dos mentecatos a emprender un viaje en busca de la hija de Harry, una joven de casi 20 años a la que deben convencer para que done un riñón a su padre al que nunca ha visto.

Rocambolesco leitmotiv -tal y como corresponde a la fama de Lloyd y Harry- para un regreso que, tras un arranque bastante prometedor, dista mucho de estar a la altura del divertido carrusel de chorradas, geniales groserías e irreverentes tontunas que fue la película original.

LLOYD Y HARRY, DE CHARCO EN CHARCO

Los excesivos 110 minutos de Dos tontos todavía más tontos nos dejan a un par cincuentones intentando descarrachar al personal mientras saltan de charco en charco pero que acaban empantanados en una historia forzada, falta de ritmo y que, tras sus primeros 20 minutos, cuenta con tan solo un escaso par de gags capaces de provocar una sincera carcajada.

¿Vale entonces la pena desempolvar un cadáver tan entrañable? Puede que sí. Puede que el intento de los Farrelly de revivir a estos dos descerebrados sea totalmente lícito e incluso lógico en estos tiempos de remakes, precuelas y secuelas. Todo eso es cierto, y vaya por delante que tampoco hablamos de un intocable tótem del celuloide, pero Dos tontos todavía más tontos deja esa sensación de ser una de esas películas que deberían estrenarse con la etiqueta de 'Solo apta para nostálgicos'.