"¿Pero dónde vas con esas pintas?" Es la típica frase que a pesar de las generaciones que transcurran siempre se mantiene invariable. Los hijos siempre tratan de diferenciarse de sus padres. Los punkies, los rockers o los góticos de hace 40 años se han reconvertido influenciados por el manga y la cultura nipona. Los visual, con colores muy llamativos, siguen la moda de los grupos de rock japoneses. Usan maquillaje extravagante, peinados imposibles y elaborados vestuarios con los que resulta difícil saber si quien está detrás de esa apariencia es un hombre o una mujer.
La música disco ha evolucionado y así surgen también determinadas tendencias estéticas como la de los pokeros. Llevan las manos cubiertas anillos y sellos de oro, pendientes de cristal, zapatillas anchas, pantalones caídos, chaquetas de chándal y el pelo rapado por los lados y de punta.
Los emos son seguidores del emotionial hardcore. Van vestidos de negro, pantalones de pitillo y también combinan otros colores como morados y rojos. Se le reconoce fácilmente por el pelo. Suelen llevar el flequillo largo peinado hacia un lado tapándoles parcialmente un ojo.
Los góticos clásicos perduran y de ellos surgen las lolitas. Chicas que se inspiran en la moda victoriana y rococó. Su explosión surge a finales de los 90 en ciudades como Tokio y Osaka y a través del manga ha recalado en toda Europa.
Todas estas subculturas se están imponiendo entre los jóvenes y la mezcla de estéticas convierte los institutos y universidades en unas pasarelas de lo más variopintas. Así son las nuevas tribus que se triunfan en la calle.