Con 56 años, Gabriel se quedó sin trabajo por un reajuste de plantilla que su empresa llevó a cabo en 2008. Tras su despido, el paro le permitió afrontar la crisis. Pero a principios de 2009 las ayudas se acabaron. Gabriel agotó el desempleo y ahí empezó su calvario. Desde entonces, él y su familia viven con poco más de 400 euros mensuales.
"Ahora sólo buscan a gente joven, con carrera, con master ", lamenta Gabriel, que afirma que "el mercado laboral se ha cerrado a los que nos llaman viejos".
Ha enviado decenas de currículos, pero tan sólo dos empresas le han contestado. Una situación límite de la que, de momento, Gabriel ve complicado salir.