Cantar e interpretar

METRÓNOMO 26/06/2008 09:06

Llàcer y la obsesión interpretativa

El 'dilecto director' de la academia tiene una obsesión por ver a sus alumnos interpretando dramáticamente todas las canciones que les caen en suerte. Da igual el estilo y tipo de la canción, Llàcer pide que le cuenten la historia de forma gestual, y eso es cuando menos cuestionable. Primero porque no todos los temas se prestan a ese añadido que supone explicar la historia con la expresión de una cara, un movimiento o un gesto. Además porque en la música moderna (definición que queda bien antigua) una pose que defina al intérprete, su forma de vestir, el propio sonido de la música que defiende, su auténtica presencia escénica, son más importantes que la interpretación de una letra.

En muchas ocasiones eso es lo único que hay, de hecho. No concibo a los Beatles interpretando 'Oh Bladi Oh Blada' porque sencillamente no procede, porque no hay nada que interpretar y porque en ese caso la propuesta es la música, que se interpreta a si misma, sencillamente. En revisiones de la gala como la de ayer, Llàcer hace siempre hincapié en que hay que explicar las canciones, y lo hace además en el tono condescendiente y poco flexible que se gasta. No voy a repetir que hay valores muy positivos que apreciar en este director, pero crispa un poco que en casi ochentadías no se le haya escuchado nunca algo así como: "en mi opinión", "yo creo que", "me puedo equivocar", "no tengo muy claro, pero..." Cosas así, que reflejaran duda y subrayaran la posibilidad de que su opinión esté menos acertada, o incluso menos fundamentada, que la de sus alumnos.

La duda es síntoma de inteligencia, y también estar abierto a que otro te discuta tus tesis y puedas terminar dándole la razón. Hecho mucho de menos esta actitud en un director que ayer le pide autoevaluación a Manu y este le contesta que estuvo a gusto, se lo pasó bien durante la actuación, añadiendo que a él le ha gustado lo que acaba de ver (su actuación en vídeo). Entonces Llácer le reclama un juicio técnico, alegando que "no me interesa si te lo pasaste bien, eso ya se supone, ¡faltaría más!, lo que me importa es tu juicio técnico sobre lo que hiciste ayer". Vamos a ver, vamos a ver. Llevamos más de dos meses escuchando a Llàcer que lo más importante es que se sientan a gusto y disfruten su actuación, que una vez consigan eso es muy fácil que convenzan y también hagan a sus espectadores pasárselo bien, ¿y ahora salta el director con estas? Pero ¿en qué quedamos?

De modo que el alumno le lanza el siguiente mensaje: Dado que esto era lo más importante, según nos has venido diciendo repetida y machaconamente durante semanas, y puesto que yo ya lo he logrado, lo que te digo es que 'misión cumplida', y te lo digo con alegría porque estoy satisfecho de haberlo conseguido, algo que tú deberías compartir porque es mérito tuyo tanto como mío. Y el profesor le contesta: No me interesa eso. Es una simplificación, pero creo que es efectiva. No se entiende nada. Una vez más.

¿Y si Pablo fuera Elton John?

Cuando digo que la opinión de Llàcer puede estar menos fundamentada que la de algunos de sus alumnos estoy pensando en lo que separa a este y a Pablo en cuanto a conocimientos musicales, por ejemplo. De acuerdo que el director se ha subido a un escenario muchas más veces, además de tener un dominio del medio televisivo indudable. Pero al fin y al cabo no es músico ni cantante, y la parte de su carrera relacionada con la música ha sido más bien discreta, mientras que no contemos su labor en varias de las etapas de este programa televisivo. Por esto cuando le veo corrigiendo a Pablo en aspectos musicales es como si viera a un niño de primaria dando lecciones de gramática a Manuel Seco. Y cuando le escucho reclamar interpretación, entonces pienso en Elton John.

Cuando digo Elton John bien podría referirme a Marc Knopfler o a Phil Collins. El primero canta con mucha frecuencia parapetado tras su piano, el cual es sustituido por una guitarra o una batería en los otros dos casos. Tocando el piano mientras cantaba 'Rocket man', John se convirtió en uno de los más grandes, como lo han sido los tres que menciono. Aparecía en el escenario con ese aspecto de judío discreto, se sentaba al piano oculto tras una camisa de colores y unas gafas estrepitosamente llamativas, se ponía a cantar y entonces solo importaba su voz, además de las bellas melodías y las no menos bonitas historias que crearan entre él y Bernie Taupin. ¿A alguien le importaba que el intérprete no transmitiera nada con su cuerpo ni su expresión? A nadie, realmente. ¿No es menos cierto que le bastó con un puñado de buenas canciones y su fantástica manera de cantarlas para ser todo lo grande que llegó a ser? A mi juicio, cierto es.

Si puede ser irritante que Llàcer no contemple aparentemente la posibilidad de estar equivocado, y que pretenda hacer de la interpretación de una intrascendente canción pop un número de teatro musical o directamente una telenovela de tres minutos de duración, también puede distanciar a muchos de su trabajo lo poco equilibrado de sus juicios. Ayer cargó las tintas contra Manu y Pablo, que en el sentir general están entre los mejores, y en la gala del día anterior lo demostraron con creces. Creo que muchos convendrán conmigo en que tenía otras opciones mejores para dedicar sus interminables parrafadas, que casi siempre terminan sin real conclusión.

De la revisión de la gala de la mañana de ayer lo que más me llamó la atención es ver los gestos de Pablo y Mimi cuando Llàcer analiza con Virginia la actuación de esta. La estampa habla por si sola y resulta una demostración más de que no soportan a Virginia. Eso sí, durante el almuerzo pudimos ver a todos en agradable y juguetona conversación, lo cual da gusto al contrastar con esas caras que tenían escuchando a su compañera auto evaluarse, cosa que sí hizo en esta ocasión.

La gala doce

En la próxima gala cantarán todos un tema que han consensuado con la dirección del programa, ente que Noemí Galera no supo concretar quien lo representa, pero todo indica que es ella misma y Toni Cruz, uno de los barandas máximos de la cosa. Es decir, que son temas elegidos por los concursantes, aunque les hayan dado algunas indicaciones al respecto. Por ejemplo, sabemos que a Virginia le pidieron que cantase un tema en castellano, y así su elección ha sido la de 'Lunas rotas' de Rosana ("Pero no me pidas que te dé la luna... No te doy la luna llena porque es la eterna rosa..."), con lo cual de no ser porque Galera lo explicó convenientemente podría parecer una venganza a la 'niña azul', ya que no parece un tema que le pegue nada de nada. Aún así habrá que esperar a ver como lo hace.

Chipper cantará 'Sitting on the dock of the bay' de Ottis Reading, un auténtico latazo de canción con la que se arriesga a que le vuelvan a decir que aburre, crítica del jurado que no habré de cuestionar porque yo mismo la he repetido en ocasiones. Manu se ha decidido por 'I drove all night' de Roy Orbison, y seguro que lo hará tan bien como acostumbra. Sandra sigue cañera, más cañera que nunca, con un tema de los AC/DC, concretamente 'Highway to hell'. Mimi insiste en machacarle el repertorio a Vanesa Martín y en este caso cantará 'Durmiendo sola'. Por último, Pablo canta 'Se dejaba llevar por ti' de Nacha Pop, mítico grupo de la movida, pero en versión de Ketama. Se me vislumbra que este puede ser el tema estrella de la noche.

Todos han tenido que elegir un segundo tema, ya que los dos menos votados protagonizarán el duelo que llevará a uno de ellos fuera de la academia. Como es costumbre son temas ya interpretados en galas anteriores y la elección ha sido esta: Virginia - 'Downtown', Manu - 'Light my fire', Chipper - 'A song for you', Pablo - 'Lo ves', Sandra - 'Let the river run' y Mimi - 'Amar haciendo el amor'. Además cantarán 'Tengo el corazón contento' y 'Alelujah', ocasión que supondrá la vuelta a ese escenario de los concursantes ya expulsados y que han intervenido en la grabación del disco que incluye ambos temas, como Iván, Noelia. Será otra gran gala, sin ninguna duda.