Duelo de carpeteras

EL METRÓNOMO 16/07/2008 08:23

El buen gusto

Manu es uno de los concursantes con más gusto cantando, más versátil y al que veo una proyección mayor de cuantos han pasado en esta edición de Operación Triunfo, e incluso contando igualmente con todas las ediciones anteriores. Su gusto no solo lo demuestra en la elección de los temas, cuando ha tenido ocasión de hacerlo, sino en su propia interpretación, donde demuestra un oído y una intuición musical poco común. Este concursante se ha apeado al borde de la final, pero es tan merecedor del premio como los otros tres, y puede acreditar para siempre haber sido un firme candidato al mismo.

En la primera gala sorprendió y muchos estaban (estábamos) convencidos de que sería el ganador de esta edición. Pero al tiempo que demostraba su gran potencial sobre el escenario, Manu tenía un comportamiento en la academia que oscilaba entre la falta de madurez y la permanente necesidad de llamar la atención. Quizá tenga relación con esto que se trate de uno de los mayores expertos en OT que ha pasado por aquí, un auténtico 'fan' capaz de recordar frases enteras dichas por miembros del jurado a concursantes de varias ediciones anteriores. Es evidente que sabía de lo importante que puede llegar a ser fijar la atención del público y bien que intentó hacerlo, aunque ciertamente con un éxito desigual.

Si la balanza se inclinó hacia el lado de Pablo es por ese exceso de protagonismo de Manu, además de su falta de madurez, y también ha podido influir el machaque a Virginia al que le sometió en tono de medio broma durante las últimas semanas. La que había sido su mejor amiga, una vez expulsadas las Tanias, concentraba sus más vitriólicos comentarios, que iban desde llamarla loca casi a diario hasta meterse con su edad. No quiero con esto restar méritos a Pablo, sino poner la lupa sobre las razones que más pudieron pesar para que la última expulsión se resolviera de este modo.

Detalles de la noche

La salida de Manu estuvo acompañada por decenas de pequeños detalles destacables, según mi modesto juicio. Como su abuela agarrando el micrófono como si de un teléfono se tratara y derrochando cariño hacia ese nieto que no ha tenido pudor esta semana en revelar que la pobre mujer se dedica a llenar el bolso con los langostinos sobrantes en las mesas de una boda, por poner un ejemplo. O el juicio de Evaristo (más Evaristo que nunca) basado, como de costumbre, en una fabulación y no en la realidad, especialmente cuando le dice que debe salir de casa y ver mundo, cuando todos sabemos que ha tenido estancias largas en Francia, donde dejó alguna que otra rendida enamorada, además de algún que otro viaje. 1

Este aprendiz de Rappel que hay en el jurado (pronosticó que se iría Pablo) parecía estar dirigiéndose a un cateto que no supiera mirar más allá de las lindes de su pueblo, pero va a resultar que aquí el que está por desasnar es él. Lo pudimos comprobar especialmente cuando Manu decidió despedirse uno a uno de todos los miembros del jurado y mientras que Coco, Llano y Galera se levantaron para abrazarle, cuando llegó a Evaristo demostró su mala educación quedándose sentado, extendiendo con desgana su mano. Al menos podría haber disimulado para aparentar tener la educación que nunca recibió, como él mismo le dijo a Sandra.

En cuanto a sus actuaciones de anoche se le vio algo falto de fuerza, incluso con mala cara. Llevaba arrastrando los últimos días una afección de garganta mezclada con alergia y algo de catarro, que posiblemente hicieron anoche mella en él. No obstante no se le cruzó el "Laura no está..." al principio de su tema en solitario, como le pasó en alguna ocasión durante los ensayos, debido a la similitud entre los acordes iniciales de ambas canciones. Se recuperó algo más en el dueto con Pablo, pero aún así no fue su mejor noche, mucho menos dado el final que le esperaba, saliendo en coche del plató.

Las tres finalistas

Ya hay tres finalistas, cuyos puestos serán ordenados dentro de siete días. Entre medias les espera una semana loca, de intensa actividad fuera de la academia. De esta lacerante soledad no nos va a salvar ni Perry Mason, como decían Iván y Anabel parafraseando al genial Chiquito de la Calzada. Mañana irán a firmar discos, los once concursantes que están haciendo la gira, a un centro comercial de Barberà del Vallès, en la provincia de Barcelona.El viernes estarán esos mismos once firmando igualmente en Alcobendas (Madrid), para un día más tarde dar el concierto en el Palacio de Deportes de la capital. No volverán a la academia hasta el sábado, cuando quedarán apenas tres días para el final.

Me impresionó algo comentado por Virginia el otro día, tras su regreso de Sevilla, que se produjo a la mañana siguiente de las firmas. Decía esta concursante que estaba deseando volver a la academia, y al entrar en ella le había salido un feliz "hogar, dulce hogar". No sé si es equivalente a un Síndrome de Estocolmo, o simplemente que sienten esta academia como su hogar, tras tantas tribulaciones vividas, pero también habiendo podido recolectar tantos y tan buenos momentos.

Justos merecedores de estar en la final

Anoche tanto Pablo como Chipper o Virginia demostraron ser justos merecedores de ese especial honor que supone haber sido los más votados entre los seis finalistas, lo cual les ha llevado a los tres a la final de un concurso que empezó con dieciocho participantes, teniendo posteriormente una baja que incrementó esa nómina en uno más. Y además lo hicieron con un marchamo de excelencia nada fácil de encontrar. Pablo fue mucho más que un músico, alejándose como hizo cada semana de ser una promesa para convertirse en un valor seguro y confiable. Chipper se calzó los 'ruby slippers', esos zapatos rojos de la Dorothy del mago de Oz, aunque terminó llegando al final de su camino sin necesidad de trucos ni atajos, sustituyendo el roce de los zapatos por su talento natural para cantar tan bien como lo hizo anoche.

En cuanto a Virginia, la supuesta ganadora (si el pitoniso Risto acierta tanto como con la expulsión de ayer ya se pueden ir despidiendo sus seguidores) estuvo vocalmente bien en el febril dueto, e incluso bastante convincente en el baile, al menos mucho mejor de lo que cabía esperar hace tan solo unos días. En su tema como solista brilló mucho menos que en los ensayos, a pesar de los guionizados elogios del jurado (hasta Galera reconoció implícitamente en el último 'chat' de la temporada que los juicios son pactados previamente), pero eso ya da igual porque ella sustituye el brillo de su voz, y la falta de corrección en la ejecución profesional como cantante, por ese muy especial brillo de una mirada en la que muchos quisieran perderse al tiempo que otros quedaron ya hipnotizados desde siempre.

El entrañable calvo con melena

Dos apuntes para cerrar este diario de hoy, que intentaremos mantener a duras penas hasta el día después de la gala final. El primero para aplaudir con las orejas a un Pablo que estuvo nuevamente inmenso en su apostilla al impertinente Risto. Pablo esperó a que este terminará, volviendo a aburrir con los manidos temas de la chepa y similares (por cierto ayer le pillé a Pablo el truco de colocarse el micro sobre el piano especialmente alto, para forzar la postura y evitar encorvarse), luego pidió la palabra y firmó un breve discurso de brillantez sin límites.

Contó Pablo que durante la firma del jueves pasado una chica se había acercado a él con una foto de Risto hace años, en la que ya aparecía rapado pero con melena. Según él era muy gracioso verle de esa guisa, y añadió: "Desde que he visto esa foto, tu siempre serás para mí el entrañable calvo con melena". Hacía clara referencia a aquello de "siempre serás para mí el entrañable 'chepablo'" que le había dicho Risto semanas atrás. Lo dijo todo con serenidad, ni un ápice de nerviosismo, gran sonrisa, humor y retranca, mucha retranca. Eres un monstruo, Pablo.

Y lo de Soraya, mi preferida de siempre. Apareció en el escenario con ese aspecto de Moneypenny un tanto andrógina, ni un complemento en su cara ni en su cuello, el pelo corto y casi sin color, como de un albino. Estaba bella, más bella que nunca. La chiquita que cantaba con ella desmerecía mucho a su lado. Cantando 'Words' parecía que hubieran pinchado el audio del disco en lugar de escuchar (como hacíamos) el sonido directo de su voz. Eso sí que es cantar bien. Luego en el 'chat' estuvo divertidamente desatada. Fue el complemento perfecto de una gran gala.