Tenía que llamar a Inglaterra y conseguir, hablando en inglés, que su interlocutor repitiera una frase en castellano. En el caso de Kiko Matamoros, lo conseguía a la primera: “Mi mujer se llama makoke y está como un queso”, repetían al otro lado del teléfono y el colaborador, pletórico, exclamaba: “¡Viva Inglaterra, viva la reina de Inglaterra y viva la princesa de Inglaterra que aquí la del pueblo se acabó!”.