Laura y Marcelo se insultan y amenazan gravemente

telecinco.es 08/03/2011 09:52

Tenía previsto dedicar el escrito de hoy al daguerrotipo de Laura, el último de esta edición, pero la situación habida ayer en la casa, en torno a las siete y media de tarde, me ha obligado a cambiar mis planes y dejarlo para mañana, si no hay inconveniente. Al final la más que posible ganadora se termina quedando sin perfil de este gato parlanchín, aunque tampoco se iba a perder gran cosa. Me atrevería a decir que la de ayer fue la bronca más dura e impresentable de las habidas, como de costumbre motivada por una tontería.

En el ejército americano miden la gravedad de sus situaciones de emergencia en una escala que va del DEFCON 5 al DEFCON 1, siendo este último el de mayor importancia, hasta ahora no decretado nunca. A partir de ayer, creo que yo mediré la gravedad de una bronca en Gran Hermano contando el número de páginas que ocupa en mi moleskine. En este caso llegó hasta las 24 páginas, lo cual no está nada mal y me recordó mis tiempos de estudiante y aquellas clases de tomar apuntes sin parar a las ocho de la mañana. ¡Qué manera más efectiva de despertar definitivamente!

No sabría decir muy bien quién sale perdiendo más de lo sucedido, aunque tengo bastante claro que fue Laura la responsable de la discusión, evitada una y otra vez por un Marcelo cada vez más nervioso. A Yago, por su parte, le tocó vivirlo desde la incomodidad de no poder (ni deber) participar de una discusión de pareja, por lo cual hizo bien en ver y callar. Una vez templados un poco los ánimos, escuchó pacientemente a Laura y fue al dormitorio a interesarse por Marcelo. Con este su postura fue la misma que le hemos visto en ocasiones anteriores. Le intentó calmar, recomendó que bebiese agua e intentase olvidar lo sucedido y se ofreció a hablar con él siempre que lo necesitara. Al final comentó: "Parezco Jesús Puente, aquí. Con la caravana hablando con unos y otros". Impecable el papel del gallego en esta bronca tan violenta y molesta para él como convidado de piedra de la misma.

Los tres salían del 'confe' a punto para preparar la cena. Laura debió pedirle a su novio parte de un bote (dijo bote) de tomate frito y este le debió decir que era su comida y no se la iba a dar, que si quería tomate debía haberlo incluido en su compra. El reproche no es nuevo y tiene que ver con cierto egoísmo de Marcelo con la comida, además de cierta discriminación a la hora de ofrecerse a preparar comida para Yago sin hacer lo mismo con ella. Recordó entonces los huevos o rebanadas de pan que le había regalado y amenazó con robarle el tomate, algo que ya pasó anteriormente en estos meses. Pero ya se sabe que los robos no son iguales según quien los cometa y a quien perjudicasen.

A partir de este momento, el diálogo se produjo más o menos así:

Laura: Ya te lo robaré.

Marcelo: Te lo tiro por el muro.

L: Te crees mierda y no llegas a pedo. (Original insulto y primero de una serie de descalificaciones).

M: Me la pela lo que digas. Valiente... valiente.

L: ¿De qué te ríes?

M: De lo ridícula que eres.

L: Tú sí que eres ridículo. Un ridículo y un 'podrío'.

De nuevo sale a relucir el tomate, los huevos y las rebanadas de pan de molde, a lo que se unen unos macarrones bien sazonados con acusaciones de egoísmo y amenazas de robo "por las buenas o por las malas".

L: Cómo cambian las cosas, eh. Qué pena.

M: Me voy a callar porque no quiero liarla.

L: Cállate, que estás más guapo.

M: Tú no estás guapa ni callando.

Salió la primera ofensa. Reconozco a Marcelo en esta ocasión un poco de originalidad. El insulto tiene una injusta mala prensa, aunque bien es verdad que la ofensa era innecesaria, especialmente si tenemos en cuenta que ella es su novia, o cuando menos la chica con la que se acuesta.

L: Entonces, por qué todos los días me dices "¡qué guapa estás!". El que es tan sincero. ¿Tú no eres falso? entonces. Todos los días me lo dices.

M: Mentiras piadosas.

L: Entonces, ¿por qué has estado con una fea? supuestamente (La acotación "supuestamente" denota que a la pareja aún le queda algo de humor, al menos a la parleña). Tú raro que toques a una fea.

M: Me voy a seguir mordiendo la lengua. Si estás amargada yo no tengo la culpa.

L: Amargada por estar aquí todavía, contigo. Estar aquí contigo sí que me amarga, y no un poquito sino mucho. (El comienzo de las exageraciones indica claramente una situación de riesgo máximo).

M: Laura, tía, ya te queda poquito para aguantarme.

L: Pues la verdad que sí. Hoy sí que te lo digo, que me queda poquito para aguantarte. No como ayer, que lo dijiste tú. Hoy sí que te lo digo. La pena es que no fue la final ayer, porque para estar así con una persona prefiero esta en mi casa.

M: ¡Qué paciencia tengo! (En la medida que está empezando a resoplar queda claro que no tiene tanta paciencia).

L: Yo sí que tengo paciencia, la que tuve anoche con lo que escuché. Qué poca vergüenza tienes, chico.

Primera descalificación del otro lado, en medio de un reproche sobre algo pasado el día anterior, que este gato desconoce.

M: Poca vergüenza la que tienes tú, chica.

L: Sí, soy una maleducada y no tengo vergüenza.

M: Me voy a callar. Ni una 'mihita' de educación tienes tú.

L: Tengo todo lo malo. La tienes tú toda... la educación. La mía y la tuya. La de los dos.

M: La mía y la tuya sí.

L: Tienes toda la inteligencia del mundo, toda la educación del mundo, nunca pierdes los papeles, nunca pierdes al respeto. Eres perfecto. Igual no eres persona.

M: Soy un semidios. Hijo de Zeus.

L: Pues serás hijo de tu madre y de tu padre. (El nivel de alerta aumenta de forma exponencial cuando se mienta a los padres, aunque sea de forma relativamente inocente).

M: ¡Ni los nombres, eh! ¡Que te escupo! Como nombres a mis padres te escupo.

L: Te estoy diciendo... (ríe abiertamente) Te estoy diciendo que eres hijo de tu padre y de tu madre. ¿Qué haces nombrando aquí a Zeus?

M: Como soy un semidios.

L: Deja de escupir, deja de escupir.

Laura parece haber heredado de otros concursantes insultos y costumbres al hablar. Adivinen quién decía "eres un 'podrío'", o de quién viene ese hábito enervante de repetir las frases varias veces.

M: Escupo, sí. Nombras a mi padre y a mi madre y te escupo. Te saco de los pelos de la casa. Te saco de los pelos. (¡Cielos!, otro que repite. A partir de ahora elimino las repeticiones de esta trascripción).

L: No empieces a intercambiar los papeles, Marcelo. Y a llevar las cosas a tu terreno. Que para eso eres muy listo. (Marcelo está girado marchando camino del dormitorio y le hace un gesto a MarceloLaura. Ahora me vienes con que no nombre a tu padre y a tu madre. Qué listo eres. Eres una víctima.

M: Mira, te diría lo que eres pero me voy a callar. (Tantas ganas parece que tiene de decírselo que ya ha repetido varias veces la amenaza).

L: ¡Venga, dilo!

M: No lo voy a decir. (Desde el domitorio). Tengo más clase que tú. Esa es tu clase y esta es la mía, que me callo y no te digo lo que eres.

L: ¿Que te callas? Pues hijo mío, menos mal que te callas. Si te dijera yo también lo que pienso ahora mismo de ti. Pero bueno, como dices tú... me voy a callar. Y voy a comerme los huevos tranquilamente. (Marcelo. Engaño a las personas como me sale de las santas pelotas. (Creo que intenta imitarle).

M: Que no me vas a encontrar, chica.

L: Qué lástima de niño.

M: Menos mal que no te voy a ver en mi puta vida más. Porque, de verdad, aguantarte a ti es como hacer un máster o un doctorado. (Laura. Pues te cojo la comida y la tiro por el muro. Cojo asín y la tiro por el muro. Ya está. (El tono de Marcelo.

L: Pues cojo yo y hago lo mismo. Y nos morimos todos de hambre (Marcelo.

M: ¡Qué asco de tía, colega! (Resopla y habla en círculos, visiblemente nervioso).

L: Tú sí que das asco.

M: Menos mal que no te voy a ver en mi puta vida más (...) Me tendrían que dar un premio fuerte por aguantar a esta chica.

L: Por otras cosas te lo podrían dar. Si me has aguantado es porque has querido... porque te ha servido de algo, ¿sabes? (Leve insinuación). Nadie te ha obligado. Así que no me toques los cojones.

M: No hay quien te aguante.

L: Bien que te ha gustado aguantarme. La razón no sé cuál es, pero bien que te ha gustado. (Segunda insinuación de bajo nivel).

M: La razón, dice. Eso es fuerte, eh. No te preocupes que te lo vas a llevar. Te vas a llevar el maletín. (La insinuación ha calado).

L: Si me lo llevo es porque la gente me habrá votado.

M: A costa mía, de rallarme.

L: ¿A costa tuya? Mira que te hago. (Levanta el dedo medio haciendo el gesto universal denominado sacar el dedo, hacer la peseta, etcétera).

M: ¡Qué mala educación!

L: El sincero. Me cago yo pa' ti.

M: Hasta el último día me va a estar amargando aquí.

L: Pobrecito. Tienes una cara más dura (...) ¡Niñato de mierda! Es lo que eres, un niñato.

M: De qué mierda hablas tú. Y tú ¿qué es lo que eres? ¿Te digo lo que pienso? No. Me voy a callar. Me voy a callar. ¿Qué cojones has hecho cuatro meses conmigo? (Marcelo.

L: Lo que me ha apetecido y lo que he sentido. ¿Y tú?

M: Tú... aprovecharte de mí, seguro.

Hasta ahora es la acusación más grave, detonante de la extrema tensión posterior. Me estoy pareciendo un poco a Piqueras: ¡Dantesco panorama en la casa de Guadalix de la Sierra!

L: Desde luego, tío. Es que no me sale del coño callarme. Es que te la voy a liar pero parda. (Le persigue hasta el jardín, donde había salido instantes antes). ¿Cómo tienes la santísima vergüenza de venir a decirme eso?

M: Pasa de mí. No me persigas.

L: Te voy a perseguir y te voy a liar un pollo que te vas a cagar. (Ya están de nuevo a poca distancia. Marcelo. Pero ¿tú de qué coño vas? (Marcelo. Eres un sinvergüenza. Y te voy a seguir faltando al respeto porque con lo que has dicho me has tocado los cojones.

M: ¡Qué poca vergüenza!, la verdad. Lo que tú estás diciendo de mí. (Se golpea la cabeza con ambas manos. La situación es crítica. Ambos están de nuevo a escasos centímetros de distancia. Laura.

L: Eres un sinvergüenza. Qué asco de tío. En qué puta hora te conocí. ¡Desgraciado!

M: No faltes. Me cago en Dios, en la Virgen y me cago en todo lo que se menea. Lo mismo que me dices tú todos los días, 'chalá' perdida. (Ella había salido fuera pero se vuelven a encontrar en el quicio de la puerta).

L: ¿Que estoy 'chalá'?

M: Loca. Loca perdía. Desquiciada.

Otra vez dentro de la casa. Él bebe del grifo y al pasar al lado de Laura se seca la boca. Según ella, Marcelo le ha salpicado. Según él, Laura le ha empujado a su paso. Ella le amenaza con echarle un vaso de agua por encima, lo que en este programa se conoce oficialmente como "hacer un Indhira".

M: Pues te cojo y te meto la cabeza en el váter yo a ti. (Siguen en el bucle de no he abusado de ti y no te voy a decir lo que tú eres).

L: No me voy a cansar de decir que eres un sinvergüenza.

M: ¡Qué asquerosa!

L: Si aquí hay algún asqueroso ese eres tú. No he conocido en la vida un chico tan sinvergüenza como tú.

M: Yo tampoco he conocido una chica como tú.

La cosa afloja claramente. La última frase de Marcelo bien podría ser un elogio, le falta un buen improperio en medio para merecer formar parte de esta poco edificante conversación.

L: La pena es que esto no ha pasado hace tiempo.

Hombre, ahí estoy de acuerdo. Es una gran verdad lo dicho por Laura, porque si hubiera sucedido durante el fin de semana, me habría venido muy bien ayer, uno de esos días complicados en que no había mucho para contar. Pero nada como una buena bronca entre los 'totitos', ejemplo claro y palmario de cómo no debe ser una relación amorosa entre dos seres humanos.

A veces, no hay nada como mostrar la realidad, y hoy he preferido poner letra tras letra las barbaridades que se dijeron estos dos finalistas, que visto lo visto no merecen haber llegado hasta aquí, y mucho menos llevarse pasado mañana el maletín.

Por ciertos

Ni la cena que les convirtió en maestros pizzeros logró volver a unir a los señores de 'quetepés'. Ambos hicieron que el papel de Yago pasara de sujetavelas a correo entre los dos, dado que ambos pasaron a dirigirse solamente al gallego. En cualquier caso, siempre le toca el papel más incómodo al pobre.

El Gato responde

Sí. Estoy de acuerdo con muchos de vosotros. Esta final es una pena. Aunque yo me quedo sin dudarlo con un Yago mucho más emocional de lo que aparenta, que ayer le contaba largamente a Laura, después de la bronca, los problemas de su relación con Silvia. Y un poco más tarde le daba a Marcelo buenos consejos. Pura obviedad si se mira bien, pero realmente bienintencionado. Lo siento, carpeteras, pero historias de amor como esta no me van. No puedo con ellos.

Publicado por: marsoma | 07.03.2011 a las 10.58 - Con 20 años nadie aun no es un adulto como si tiene 30. Te equivocas GATO con 20 años solo unos pocos tienen responsabilidad de familia y mucho menos de empresa. Suele estar los padres detras.

Steve Jobs fundó Apple con 21 años. Bill Gates hizo lo propio con Microsoft a los 20. La misma edad que tenía Mark Zuckerberg cuando creó Facebook. Martín Varsavsky creó su primera empresa con 24. También con esos años tuvo su primer éxito teatral Andrew Lloyd Weber, principal autor y empresario teatral inglés. No sé, esto por hablarte de gente cuya trayectoria conozco porque hacen cosas que consumo o me interesan. Pero casos como estos hay miles, y casados con hijos en la veintena diría que millones en todo el mundo.