Realidad reformateada

telecinco.es 27/11/2008 08:39

Hablaba hace unos días de la información distribuida, o cómo la mayoría de habitantes desean elegir a cuáles de sus compañeros les llega determinada información y a quiénes no. También hablé muy al principio (al día siguiente del estreno) de la realidad formateada, o cómo se podría encuadrar este programa dentro de ese concepto de modificada al antojo de alguien, quien pretende reproducir un entorno no real que se adapte a lo que necesita el (ellos, habitantes de la casa de Gran Hermano) y el (nosotros).

Hoy mezclo ambos conceptos (simplificando, la realidad y la información) para parir un nuevo concepto: la . Digamos que me quiero referir a cómo algunos concursantes parecen sentir la necesidad de exportar (distribuir al exterior) una información formateada a su antojo, que no se corresponde con la realidad de lo que estamos viendo desde aquí fuera, con la excusa de que ellos lo están viviendo o lo han vivido desde dentro. Pongamos un caso: muchos vemos en Iván una persona normal, algo 'brasas' cuando protagoniza sus monólogos de medianoche, pero que no ha dañado nunca a ningún compañero sino más bien se ha interesado por aquellos que estaban pasando un mal momento, afable con casi todos los demás y que trata a Mirentxu, por ejemplo, con cariño y respeto (a pesar de que le nomina cada vez con la máxima puntuación). Esto que acabo de hacer es una simplificación necesaria en este nivel de análisis, claro está. Pues bien, varios concursantes se han ocupado de referirse a su compañero como alguien con quien no se puede convivir, prepotente y egoísta, sin ser capaces de mínimamente el motivo de su inquina.

Se vuelve a formatear la realidad y se intenta colocar esa ante el auditorio elegido (la audiencia sagrada). Se trata de la revisión de una realidad de por sí deformada, al estar desarrollándose en un entorno que imita la realidad. Y así nace la , en la que no es tan importante presentar unos hechos auténticos como simplemente creíbles. Voy a poner otro ejemplo, en este caso menos genérico pero muy representativo de lo que quiero decir. Carlos H. es quizá el concursante del que más habré de hablar tras su salida de la casa porque, como escribí ayer, creo que fue quien sembró y cultivó con esmero esa negatividad que tanto ha determinado el desarrollo de la historia en la casa de . Pues bien, este concursante se ha encargado de repetir por activa y por pasiva, en todos los foros donde ha sido llamado (a Milá el día de su salida, en el debate, en programas satélites o hasta en el encuentro digital de esta casa, donde al igual que Gema dijo que el gato era cuando menos corresponsable de su expulsión) que Iván le habrá ganado en el concurso pero que mientras él puede presumir de haber tenido una buena relación con todos menos uno en la casa, aquel no puede decir nada, al encontrarse prácticamente solo o, si acaso, apoyado por Orlando exclusivamente.

La revisión de la realidad supone un tuneo de la misma que puede resultar convincente para muchos, estoy convencido que para la mayoría de espectadores, o al menos aquellos que asisten al espectáculo de forma más fragmentada, sin apenas mucha más información de la que nos facilitan las propias galas, que aún siendo bastante no es suficiente para hacerse un juicio propio. Lo que sucede es que cuando analizamos la realidad reformateada por Carlos Hoya, nos damos cuenta de que algo falla. Veamos, si fuera cierto que el de tuvo el favor de todos sus compañeros no parece lógico que resultara expulsado, lo cual es producto de haber sido sentado en el banquillo de los nominados. Son sus propios compañeros los que le 'exponen', utilizando la expresión acuñada por Loli. Por tanto, de las doce personas que entonces habitaban la casa (once si le excluimos a él), hay uno con quien no se llevaba y del resto hubo una mayoría que le eligió a él mismo, puestos a decidir tres personas para sentarse al borde del barco pirata, esperando que un ente superior (la audiencia votante) empuje a uno de ellos, lanzándole a los tiburones (la muerte virtual).

El motivo por el que presume Carlos H. se desmorona en cuanto pensamos en algo tan sencillo y evidente como que por algo estaría nominado, lo cual terminó con el poco feliz final de su salida de la casa. Una salida tan pronta, además, que es la segunda de un concursante de pleno derecho (habitante de la casa 10). Antes había salido Gema, que utilizó un argumento semejante, lo cual es curioso porque ambos concursantes no habían tenido opción de pactar lo que dirían, o no hasta este detalle al menos. También pretendía Gema que se nos escapase ese pequeño e insignificante detalle: fueron sus propios compañeros los que la nominaron, esos con los que ella decía llevarse tan bien, para escarnio de otro nominado, un Iván que la mayoría rechaza no solamente al nominarle sino incluso en otros episodios de esa vida.

Cuando Iván protesta levemente de que Mirentxu le sirve menos comida que a algunos de los demás, está relatando un hecho grave al que aparenta querer restar importancia. Su conformista conclusión es que intentará servirse él mismo, lo cual hace solo cuando puede, a juicio de este gato observador para no provocar una fricción en la casa basada en algo no tan trascendente. Lo que sucede es que la importancia de ese hecho es relativa y puede estar resultando determinante para algo en lo que podemos haber reparado algunos. Mientras que algunos concursantes en apariencia mantienen su peso (caso de Palomares o Julito); y otros (otras principalmente) lo han aumentado de forma evidente (iba a decir palpable, que también, y a poner el nombre de Gisela, lo cual resulta innecesario por obvio); hay algunos que, por el contrario, están cada día más delgados (es el caso de Orlando e Iván). Para el observador se trata de una realidad desnuda, que difícilmente nos podrá reformatear nadie.

Si depositamos nuestra mirada en el momento clave, aquel que puede confirmarnos el motivo de nuestra sospecha sobre por qué unos engordan mientras otros adelgazan, podemos observar como Mirentxu sirve dos paletadas bien colmadas de arroz a sus protegidos, algo menos a las mujeres de la casa, y apenas una (escasa y medio roñosa) tanto a Iván como a Orlando. La abuela se muestra selectiva también en esto, lo cual nos puede resultar útil para saber que no solamente detesta comprar en las tiendas de las subclases sino que proporciona más o menos comida selectivamente, en orden a sus preferencias o caprichos. Ni siquiera su acción está movida por un deseo de justicia, que sin alguna duda determinaría que Iván (por peso y estatura) debería recibir la ración mayor, y Chiqui (por razones evidentes) o ella misma (por lo avanzado de su edad) la más pequeña.

Nany, una de las nominadas de esta semana, también pretende mostrarnos una información reformateada, en su más puro estado además. No se trata, en este caso, de adornar o enmascarar la propia realidad, sino simplemente de formatearla dejándola en blanco, como si de un se tratara. Su opción es similar a la de aquellos dictadores soviéticos que decidieron borrar episodios de su historia, o incluso personas, que desaparecían de las fotos milagrosamente (y sin , que aún faltaba mucho para que fuera inventado). Cuando en el 'confe' preguntan a esta concursante sobre Liz su respuesta pasa por varias fases: primero es dubitativa, luego repara en lo que se debe estar diciendo sobre ella, para finalmente negar que sea cierto su aislamiento e incluso llegar a acusarla de . Es lo del latinajo famoso: "Excusatio non petita acusatio manifesta", o lo que viene a ser que no te excuses si no es preciso o te estarás acusando tú mismo.

Negar una evidencia es la mayor de las torpezas, porque en este caso deberían de tener presente obligatoriamente hasta qué punto somos testigos de todo lo que pasa, y hemos visto cómo durante todo el fin de semana dejaban a su compañera de lado, incluso ese momento en que el trío de 'brujitas' (como dice Chiqui) se llegaban a levantar en bloque, como accionadas por un resorte, cuando llegaba Liz con la intención de unirse a la tertulia en el jardín. Resulta tan evidente que hasta ofende su negación. A esa actitud poco amable con ella le acompañaba, además, una labor de despelleje sin igual. Pocas veces he visto a un grupo de habitantes de esa casa criticar de forma tan dura e insistente a un compañero, y con tan poca base además.

No podría hacer un relato pormenorizado de los ejemplos de reformateo de la realidad en esa casa, pero casos hay a espuertas. Mencionaré uno más en relación con las dos últimas concursantes (o los tres) de quienes he hablado. Liz le dice un día a Carlos H. algo como esto: "Pienso que Loli sí estaría realmente interesada por ti, y fuera de aquí puede que quiera tener algo contigo". Repárese en el condicional que utilizo y de qué manera empiezo la frase, ese "pienso" denota claramente que se trata de una impresión personal. La frase no es textual, a pesar de las comillas, ya que suelo citar de memoria, pero se corresponde fielmente al espíritu de esa realidad. A lo dicho por Liz se le da un sentido asertivo que no tiene, ya que simplemente está dando su opinión, igual que el martes lo hace en la gala Milá. Nany medio crucifica a la modelo por decir su opinión, como si fuera eso un pecado. No sé de qué me suena esa historia, opinar está muy sancionado últimamente, incluso en un , como el que tiene el lector delante.

Termino con tres apuntes, dos relativos a cosas que suceden en la casa y sobre las que expresaré mis dudas y otro relativo a algo sucedido fuera. El trío más singular de esta edición, formado por Mirentxu, Julito y Palomares, decidieron dormir en el cuarto de maletas, algo que resultaba obligatorio para tres habitantes, ya que eran trece y solamente diez camas en el dormitorio. Según fueron saliendo los expulsados de esa casa muchos entendimos que no se dividiera el grupo y continuasen los tres durmiendo separados del resto. Ahora ya son diez (como los negritos de ), y siguen manteniendo el mismo estatus a la hora de dormir. Realmente creo que se equivocan al querer perpetuar esa distancia del resto. Alguien les debería decir que eso sí que afecta negativamente a la convivencia, que deberían desmontar ese gueto y fundirse con los demás en el dormitorio.

No termino de entender muy bien que no respetar una orden dada, que les imponen, tenga la misma consecuencia que respetarla de forma obediente. Es decir, ninguna. El martes les advirtieron que no podían decir nada sobre el misterio que encerraba cada puerta en las nominaciones, y luego nos revelaron que algunos sí lo habían comentado (parece ser que Nany, Gisela y no sé si alguien más). No hubo consecuencia alguna derivada de esta acción, con lo cual se explicará que en lo sucesivo sigan sin atender a las peticiones que les hagan.

Y termino con una brevísima reflexión sobre la entrevista que hizo Milá este martes, y sobre la que ayer se vertieron ríos de tinta, algunos elogiosos y otros incisivamente críticos. Sobre estos últimos decir que están en su derecho de expresar lo que opinan, a pesar de que sería deseable emplear un tono más moderado y respetuoso con alguien a quien tanto y tanto respetamos la mayoría. Pero en todo caso, les invito a que imaginen un Gran Hermano sin alguien a su frente, dando la cara e incluso siendo la cara del programa, que viva esto de forma tan como lo vive ella. Nada de esto sería igual en ese caso y, personalmente, agradezco que entienda esto de tal forma. En esta ocasión estoy de acuerdo en todo con ella, pero también se lo he agradecido cuando no lo he estado, como en aquella entrevista con Javier ("Javi, por favor") de la octava edición. ¿No queríamos que GH nos hiciera sentir? Pues no veo una mejor manera.

[Dejo , con las tres jóvenes que quedan en la casa en 'Los años desnudos'.]